Esta aproximación a Gaudí surgió como una colaboración entre el artista José de León (Carbajal de Fuentes, León, 1958) y el Museo Casa Botines Gaudí. El Museo invitó al artista a indagar en su obra y buscar aquellos aspectos más esencialmente gaudinianos, percatándose de una sorprendente similitud entre ambos. Así, poco a poco, la naturaleza, la geometría, la imaginación y el espíritu –constantes vitales de la obra de ambos– fueron apareciéndose con claridad en la pintura de José de León, y llenando estas paredes gaudinianas.
La obra de José de León traza varias similitudes con la gaudiniana. Ambas poseen una enorme fuerza y riqueza plástica y simbólica, inspirada, además, por las mismas cuatro categorías que ya han sido mencionadas. En ambas se respira, por otro lado, un aliento vivificante: el arte celebra la vida, sus cuadros invitan al espectador a unirse a la celebración báquica y salvaje de la creación. La obra de José de León es un festín de color y energía, donde las hojas, las flores, los animales y las creaciones de todo tipo se arremolinan en el éxtasis de un torbellino creativo.
Las fiestas pictóricas de José de León tienen lugar por la noche: momento de brujas y leyendas, de sueño, de pesadilla, de monstruos, de luciérnagas… que, como sus seres fantásticos, mitad humanos, mitad monstruos, brillan con luz propia en el cielo estrellado. Demasiado raros, demasiado especiales para salir a la luz del día –como el pintor y el arquitecto– estos seres pueblan la otra realidad invisible, la de la imaginación, transmitida a la pintura por el artista.
José de León estudió en Madrid y vivió posteriormente en Nueva York, París, Berlín y Pekín. Con una trayectoria de más de cuarenta años, ha desarrollado una obra muy personal, de una impresionante fuerza plástica, y llena de sugerentes símbolos e imágenes que apelan a nuestra imaginación y nuestro inconsciente colectivo. Picassiano en el ser y daliniano en el hacer, como él mismo se define, sus viajes por la India marcaron un antes y un después en su obra. En 2015 se instaló al lado de la Casa Botines, donde creó la obra que se expone en la muestra.
Las fiestas pictóricas de José de León tienen lugar por la noche: momento de brujas y leyendas, de sueño, de pesadilla, de monstruos, de luciérnagas… que, como sus seres fantásticos, mitad humanos, mitad monstruos, brillan con luz propia en el cielo estrellado. Demasiado raros, demasiado especiales para salir a la luz del día –como el pintor y el arquitecto– estos seres pueblan la otra realidad invisible, la de la imaginación, transmitida a la pintura por el artista.
José de León estudió en Madrid y vivió posteriormente en Nueva York, París, Berlín y Pekín. Con una trayectoria de más de cuarenta años, ha desarrollado una obra muy personal, de una impresionante fuerza plástica, y llena de sugerentes símbolos e imágenes que apelan a nuestra imaginación y nuestro inconsciente colectivo. Picassiano en el ser y daliniano en el hacer, como él mismo se define, sus viajes por la India marcaron un antes y un después en su obra. En 2015 se instaló al lado de la Casa Botines, donde creó la obra que se expone en la muestra.