Tras la figura decorosa del atento dependiente emerge una imagen de lucha nocturna, una imagen compuesta por dos figuras opacas y una bicicleta en una calle oscura, la calle que une Roehampton con Putney Hill, para ser más exactos, y escuchamos el sonido de unos pasos sobre la grava, un gruñido y a alguien que grita «¡Tuerce, hombre, tuerce!». Intuimos un trayecto impreciso, un repentino giro del misil constituido por un hombre y una bicicleta y, finalmente, una colisión. Entonces vislumbramos, al atardecer, al personaje principal de esta historia sentado en un lado del camino, frotándose la pierna por un nuevo sitio y a su amigo, apenas afectado por lo sucedido, arreglando solidariamente el manillar de la bicicleta.
Ruedas de Fortuna. Una Aventura en Bicicleta.
(H. G. Wells. Ediciones Menguantes)
Ruedas de Fortuna. Una Aventura en Bicicleta.
(H. G. Wells. Ediciones Menguantes)