9. Isengard (Turienzo de los Caballeros - Maragatería)
No contaba la criatura Gollum cuando inició su cruzada con rebrotes varios, focos activos y transmisiones comunitarias y, claro, así no hay manera de encontrar nada, ni aun siendo madre («como vaya yo y lo encuentre…»). Ni rastro de los hobbits ni del Anillo y se le echa el otoño encima. A este paso, le pilla la vuelta al cole y, por estatura, lo escolarizan fijo. Online o presencialmente. Y ya lo decía Ozores: no, hija, no.
Entre las muchas cualidades que adornan a nuestro protagonista (que ahora no me va bien enumerar, por lo que sea, pero que, como las meigas, haberlas haylas), no se encuentra la paciencia. Así que, dispuesto a asumir el mando único en la lucha contra la pandemia si se presentara la ocasión propicia y obvia durante su búsqueda y con el fin de rematar su cometido con algo más de sosiego, se dirige a Isengard, morada del Mágico Saruman, en busca de ayuda, blandiendo en su brazo una hoja toledana digna del mismísimo Marqués de la Moncada.
«La espada se quebró», dicen; «la han vuelto a forjar», replica. Pero en Turienzo no le servirá de nada. Caballeros hallará, y no hobbits; torreón, y no anillo. Y para virus, tú, Gollum, que estamos de tus confusiones ya hasta las mascarillas.
(Continuará…)
No contaba la criatura Gollum cuando inició su cruzada con rebrotes varios, focos activos y transmisiones comunitarias y, claro, así no hay manera de encontrar nada, ni aun siendo madre («como vaya yo y lo encuentre…»). Ni rastro de los hobbits ni del Anillo y se le echa el otoño encima. A este paso, le pilla la vuelta al cole y, por estatura, lo escolarizan fijo. Online o presencialmente. Y ya lo decía Ozores: no, hija, no.
Entre las muchas cualidades que adornan a nuestro protagonista (que ahora no me va bien enumerar, por lo que sea, pero que, como las meigas, haberlas haylas), no se encuentra la paciencia. Así que, dispuesto a asumir el mando único en la lucha contra la pandemia si se presentara la ocasión propicia y obvia durante su búsqueda y con el fin de rematar su cometido con algo más de sosiego, se dirige a Isengard, morada del Mágico Saruman, en busca de ayuda, blandiendo en su brazo una hoja toledana digna del mismísimo Marqués de la Moncada.
«La espada se quebró», dicen; «la han vuelto a forjar», replica. Pero en Turienzo no le servirá de nada. Caballeros hallará, y no hobbits; torreón, y no anillo. Y para virus, tú, Gollum, que estamos de tus confusiones ya hasta las mascarillas.
(Continuará…)