Después de todo, dijo sí. Y eso que había dicho que no. Y antes sí. «Es que no hay quien la entienda», clamamos para excusarnos, dando precisamente la clave a todo esto. «Cuando tiene la regla...», añadimos para dar más énfasis al cambio de opinión, de humor, de vida. Todo vale para culparla sin darnos cuenta de que todos, por ser personas, dudamos y modificamos lo que pensamos. Y si no lo hacemos, malo... Cuando ellas dicen sí es porque así lo han decidido, y lo hacen con todas las consecuencias, por lo que si esa afirmación nos viene bien, estamos de suerte. Pero si nos viene mal... Porque no siempre tiene la culpa de todo la otra persona, y no siempre los más perjudicados somos uno mismo. Lo que está claro es que sí es un sí. Y nada más.