Tiempos de freza en los ríos de León

La época de reproducción de la trucha ha resultado ser extraordinaria en ríos de la provincia como el Yuso, Duerna, Omaña oLuna

Rodrigo Prado Núñez
27 de Enero de 2017
La época de freza aún se puede seguir viendo en ríos como el Torío, Curueño oBernesga. | R.P.N.
Son muchos los ríos de nuestra provincia que, a pesar de una sequía generaliza que ha dificultado los remontes, nos han ofrecido grandes concentraciones de truchas para perpetuar la especie y aún podemos seguir viéndolas faenar en algunos ríos que presentan ciertos retrasos, como el Torío, Curueño y Bernesga.

Las frezas en ríos como el Yuso, Duerna, Omaña, Luna, Valcarce, Tuerto y Porma han sido extraordinarias, destacando por el tamaño de sus ejemplares los ríos tributarios de los embalses. Ahora solo cabe esperar que este prodigioso acontecimiento finalice con éxito y nuestros ríos sigan mejorando.

Con el frío del otoño y aprovechando las primeras subidas de caudal llega el momento del remonte, hay que llegar a las cabeceras de los ríos para desovar, porque llegado el invierno es la época reproductiva de la trucha. El instinto de procrear se pone en movimiento para las truchas que han superado la sequía y la persecución de toda clase de depredadores. Las trampas en forma de muros de las hidroeléctricas les impedirán en muchos casos el remonte teniendo que frezar a veces en lugares poco idóneos.

Cada hembra pondrá entre 2.000 y 3.000 huevas, de las que únicamente prosperarán en torno al 5 y 10%  de ellasLa trucha en el frezadero busca para su puesta oxigenación y ocultación. Aguas someras, suelo de arena, graba, pequeñas piedras y una zona soleada. Aguas de poca profundidad ricas en oxígeno y de no mucha velocidad, el nido está concebido para protegerse básicamente de depredadores y siempre buscan una zona soleada para que la incubación llegue a buen puerto. Los frezaderos suelen estar en zonas de fácil arrastramiento por aumentos repentinos del caudal, pero esto y los cambios bruscos de temperatura son riesgos que tienen que correr. Son también tiempos en que las truchas descuidan su instinto de supervivencia y están expuestas a los ataques de sus principales depredadores; los furtivos y los cormoranes.

Las hembras, que son las que llevan el peso de la construcción del frezadero, dan fuertes coletazos sobre el fondo arenoso levantando los sedimentos finos que son arrastrados por la corriente quedando las gravas limpias y formando así el nido. Los machos, mientras esto sucede, se disputan el territorio hasta que el más fuerte se hace con el control quedando los demás a la expectativa por si tuviesen ocasión de participar. Cuando la hembra pone los huevos, entre las gravas, el macho los fecunda inmediatamente. La hembra puede hacer más de una puesta, pero después de frezar, pasados unos minutos, cubre los huevos ya fertilizados con grava y abandona el lugar extenuada por el ajetreo realizado, pero los machos continuarán en el frezadero defendiéndole y atrayendo a nuevas hembras a esa zona.

Cada hembra pondrá entre 2.000 y 3.000 huevas, de las que solo prosperaran entre un 5 y 10% y posiblemente solo la mitad llegará a ser una trucha adulta. Selección natural. Tras algo más de dos meses, 410º día, los grados días se establecen por la suma media diaria de la temperatura del agua, nacen los alevines que se refugiaran en zonas tranquilas y de poca corriente. Se alimentarán del saco vitelino durante quince o veinte días y a partir de ahí lo harán por sí solos presentando ya las características especiales de los salmónidos.

Los ‘amigos del mocho’, una labor altruista por el cuidado de los ríos


Hoy las riberas del Bernesga son, sin ninguna duda, las zonas verdes más frecuentadas de nuestra capital. Acondicionadas como áreas recreativas constituyen un bello paseo lleno de vida y frescor, pero algunos no respetan el entorno y usan el río como un contenedor. Plásticos de todos los colores y tamaños, neumáticos, latas, botellas y toda clase de enseres se esparcen por su ribera como si fuera un vertedero de basuras.

Así es que los ‘Amigos del Mocho’, desde hace más de un año y cada primer domingo de mes, se citan en la bolera de San Marcos, a las 10:30 horas, para juntos limpiar esa zona del río Bernesga con la sola idea de verlo sano y agradable. No se pasa lista, ni se ganan medallas ni reconocimientos, pero la satisfacción personal que te aporta esta tarea y ver el río limpio te complacen plenamente. Una actividad ejemplar iniciada por José Luis y Paco, que molestos por la suciedad y abandono del río han decidido dejar de quejarse y pasar a la obra, realizando una acción a la que cada vez se unen más amigos del Mocho y de un León limpio. Ante estas actividades solo cabe el reconocimiento y la felicitación.

Un río emblemático como el Bernesga, con una rica biodiversidad, lleno de plantas, peces y aves, se merece más consideración por parte de las administraciones y se lo debemos de exigir, pero como vemos, por el ejemplo dado, nosotros también podemos y debemos hacer algo.