Nadie sabe de quién son los restos humanos que aparecieron junto a un féretro en una escombrera ilegal a las afueras de El Burgo Ranero. Un vecino se topó con tan peculiar estampa el pasado viernes mientras daba un paseo por la zona, próxima a la senda del Camino de Santiago y no de muy fácil acceso. Allí encontró un ataúd en aparente buen estado aunque antiguo y con unas telas y plásticos en el interior, las ropas del difunto. Entre ellas, restos humanos en avanzado estado de descomposición. Dio la voz de alerta y la noticia se propagó como la pólvora envuelta en misterio.
Los restos, en avanzado estado de descomposición, podrían pertenecer a una mujer fallecida hace ya varias decenas de añosNadie sabe tampoco cómo pudo llegar el ataúd hasta allí ni quién fue el que tuvo la idea de vaciar un sepulcro para ir a dar con los huesos del difunto a un vertedero ilegal en lugar de a un osario, como es práctica habitual en algunos cementerios cuyos nichos van rotando. Lo que es todo un misterio saltó ayer a los medios de comunicación ante la perplejidad de los vecinos de El Burgo Ranero y de su propio alcalde, Gerásimo Vallejo, que reconoce que «se le ha dado más trascendencia al asunto de la que tiene», comentó abrumado ante la expectación por los hechos.
«Desde luego que el que tiró el ataúd en la escombrera no midió las consecuencias de lo que estaba haciendo», explica Vallejo que desconoce la identidad del difundo y de quien se deshizo de sus restos. «Eso tendrán ahora que investigarlo quienes les corresponda», comentó.
Los restos, en avanzado estado de descomposición, podrían pertenecer a una mujer fallecida hace ya varias decenas de añosNadie sabe tampoco cómo pudo llegar el ataúd hasta allí ni quién fue el que tuvo la idea de vaciar un sepulcro para ir a dar con los huesos del difunto a un vertedero ilegal en lugar de a un osario, como es práctica habitual en algunos cementerios cuyos nichos van rotando. Lo que es todo un misterio saltó ayer a los medios de comunicación ante la perplejidad de los vecinos de El Burgo Ranero y de su propio alcalde, Gerásimo Vallejo, que reconoce que «se le ha dado más trascendencia al asunto de la que tiene», comentó abrumado ante la expectación por los hechos.
«Desde luego que el que tiró el ataúd en la escombrera no midió las consecuencias de lo que estaba haciendo», explica Vallejo que desconoce la identidad del difundo y de quien se deshizo de sus restos. «Eso tendrán ahora que investigarlo quienes les corresponda», comentó.