De momento, lo más habitual –aunque excepcional para el islamismo– es que los inmigrantes musulmanes trasladen a sus difuntos a su país de origen para darles allí sepultura. De hecho, países como Marruecos corren incluso con los gastos del traslado a través del Consulado marroquí en España. Y eso que en León, el cementerio municipal cuenta con una parcela de unos 300 metros cuadrados reservada para enterramientos musulmanes, donde apenas hay una veintena de tumbas, sobre todo de niños fallecidos nada más nacer. Sin embargo, todos aquellos que inmigraron hace ya décadas a León y han echado aquí raíces estableciendo vínculos familiares con la tierra, pues sus hijos o bien nacieron o se han criado aquí, seguramente quieran acabar reposando cerca de los suyos. De este modo, como señala Abdessamad Ouyhia (Samad), presidente de la asociación Titawin para la integración de los inmigrantes en la sociedad leonesa, en unos años se incrementarán notablemente los sepelios musulmanes en la provincia de León, máxime cuando Castilla y León parece haber dado los primeros pasos para convertirse en la cuarta comunidad autónoma del país donde se permiten los entierros de acuerdo a la tradición islámica, esto es sin ataúd y lo más rápido posible desde el fallecimiento (sin dejar pasar las 24 horas que obliga la normativa estatal).
Queda mucho camino para ello, de momento, se ha iniciado la tramitación para la aprobación de un nuevo decreto de regulación de la política sanitaria mortuoria (en periodo de alegaciones hasta el 25 de febrero). Pero luego tendrá que promoverse una segunda fase que desarrollará una normativa sobre el método técnico a seguir en estas inhumaciones.
Sólo los cementerios municipales de León y Burgos cuentan con un recinto reservado a los enterramientos musulmanes dentro de la comunidad y , de hecho, según el Observatorio del Pluralismo Religioso en España, apenas llegan a la treintena en todo el territorio nacional los enclaves donde pueden ser enterrados los musulmanes, que son más de dos millones en el país.
Según la tradición islámica hay que enterrar lo antes posible y después de lavar como mínimo tres veces –y siempre en número impar– el cadáver (los hombres son lavados por hombres y las mujeres por mujeres). Posteriormente se envuelve el cuerpo en tres telas blancas a los hombres y en cinco a las mujeres. Realizados estos rituales se realiza un rezo en la mezquita o a la entrada del cementerio y se procede a su entierro que, como dice la tradición islámica, obliga a colocar al difunto sobre su costado derecho y siempre mirando a la Meca.
Queda mucho camino para ello, de momento, se ha iniciado la tramitación para la aprobación de un nuevo decreto de regulación de la política sanitaria mortuoria (en periodo de alegaciones hasta el 25 de febrero). Pero luego tendrá que promoverse una segunda fase que desarrollará una normativa sobre el método técnico a seguir en estas inhumaciones.
El rito fúnebre musulmán
Sólo los cementerios municipales de León y Burgos cuentan con un recinto reservado a los enterramientos musulmanes dentro de la comunidad y , de hecho, según el Observatorio del Pluralismo Religioso en España, apenas llegan a la treintena en todo el territorio nacional los enclaves donde pueden ser enterrados los musulmanes, que son más de dos millones en el país. Según la tradición islámica hay que enterrar lo antes posible y después de lavar como mínimo tres veces –y siempre en número impar– el cadáver (los hombres son lavados por hombres y las mujeres por mujeres). Posteriormente se envuelve el cuerpo en tres telas blancas a los hombres y en cinco a las mujeres. Realizados estos rituales se realiza un rezo en la mezquita o a la entrada del cementerio y se procede a su entierro que, como dice la tradición islámica, obliga a colocar al difunto sobre su costado derecho y siempre mirando a la Meca.