El maestro Angelillo –«filósofo sin ‘títolo¡», en su propia definición– cada vez que estaba a punto de pasar algo, que después nunca pasaba, decía la misma expresión: «Estuve, estuve, si meto la mano al bolso y le doy un duro al rapaz... pero no la metí».
Me acuerdo de él cada día, en cada rueda de prensa, en cada telediario, que siempre estamos a punto. De salvar el carbón, de salvar la leche, de quitar el peaje... «Estuve, estuve...».
Parece que el león, el León, al final va a romper las ataduras, a salir del cascarón que lo inmoviliza, que va a dejar de presumir de que sin León no hubiera España y conseguir que con León haya León.
Estuve, estuve... que llevado a una voz de trueno de los ochenta sería aquello otro de «ves a la gente cómo se mueve / tus golpes bajos no los detienen. // Prepárate / va a estallar el obús».
Y no estalló. Al menos aquí.
Está a punto de estallar, en cada elección, en cada festejo con tapas y vino del grial, con agencia del medicamento por si se resfría. Ahora sí.
«Estuve, estuve...».
Y vuelta la burra al trigo. Otra vez nos anuncian que el león está a punto de romper las rejas de su cárcel, de salir del envoltorio. Y volvemos a creer.
Se nos olvida de que hace 50 años ya nos anunciaban que iba a estallar, a bombo y titular a cinco columnas: «Empieza a amanecer». Y el poeta respondón respondió: «Pasan los días y no amanece. / Pasan las nubes sobre el mar / y no amanece».
¿Y qué pasó? Que secuestraron el poema.
¿Y qué paso? Que el león no rompe nada porque es muy fuerte, de metal... pero no se mueve.
Me acuerdo de él cada día, en cada rueda de prensa, en cada telediario, que siempre estamos a punto. De salvar el carbón, de salvar la leche, de quitar el peaje... «Estuve, estuve...».
Parece que el león, el León, al final va a romper las ataduras, a salir del cascarón que lo inmoviliza, que va a dejar de presumir de que sin León no hubiera España y conseguir que con León haya León.
Estuve, estuve... que llevado a una voz de trueno de los ochenta sería aquello otro de «ves a la gente cómo se mueve / tus golpes bajos no los detienen. // Prepárate / va a estallar el obús».
Y no estalló. Al menos aquí.
Está a punto de estallar, en cada elección, en cada festejo con tapas y vino del grial, con agencia del medicamento por si se resfría. Ahora sí.
«Estuve, estuve...».
Y vuelta la burra al trigo. Otra vez nos anuncian que el león está a punto de romper las rejas de su cárcel, de salir del envoltorio. Y volvemos a creer.
Se nos olvida de que hace 50 años ya nos anunciaban que iba a estallar, a bombo y titular a cinco columnas: «Empieza a amanecer». Y el poeta respondón respondió: «Pasan los días y no amanece. / Pasan las nubes sobre el mar / y no amanece».
¿Y qué pasó? Que secuestraron el poema.
¿Y qué paso? Que el león no rompe nada porque es muy fuerte, de metal... pero no se mueve.