Un sindiós. No hablo de lo que está pasando en Madrid que para eso ya no tenemos ni cataplasmas, ni jarabes de la abuela con miel y coñac, ni siquiera a Tejeda para que se ofrezca de tercera vía (era el momento, ¿algún voluntario?).
El sindiós viene porque ya no son de fiar ni los calendarios populares, ni se respeta a los animales casi sagrados, pierden los nervios hasta los más dignos representantes de las sagradas instituciones... al final va a acabar saliendo el sol por el lado contrario y se hace de noche al amanecer.
Me explico. Mira la imagen. A buen seguro que ya lo has dicho:«Por San Blas... la cigüeña verás». Eso sería cuando nevaba en invierno, llovía en primavera, el 15 de agosto era la fiesta del pueblo y Jordi Pujol no había heredado del abuelo Florençi. Ahora la cigüeña la ves cuando te de la gana, ya no marchan, también ellas se hicieron cómodas y mientras tiremos más alimentos a la basura que comemos en la mesa pues se quedan aquí, sobrevolando basureros, y no se arriesgan a que les den matarile más allá del Estrecho, que dicen por allí que no hacen mal arroz.
Pero se multiplican y ya empiezan a molestar. Hace unos años anduvo a tiros con ellas hasta el cura, ahora en un pueblo tan sensato como Vegas hay un expediente X con ellas que espera la opinión de Iker Jiménez desde los mandos de la nave del misterio... Un sindiós.
El sindiós viene porque ya no son de fiar ni los calendarios populares, ni se respeta a los animales casi sagrados, pierden los nervios hasta los más dignos representantes de las sagradas instituciones... al final va a acabar saliendo el sol por el lado contrario y se hace de noche al amanecer.
Me explico. Mira la imagen. A buen seguro que ya lo has dicho:«Por San Blas... la cigüeña verás». Eso sería cuando nevaba en invierno, llovía en primavera, el 15 de agosto era la fiesta del pueblo y Jordi Pujol no había heredado del abuelo Florençi. Ahora la cigüeña la ves cuando te de la gana, ya no marchan, también ellas se hicieron cómodas y mientras tiremos más alimentos a la basura que comemos en la mesa pues se quedan aquí, sobrevolando basureros, y no se arriesgan a que les den matarile más allá del Estrecho, que dicen por allí que no hacen mal arroz.
Pero se multiplican y ya empiezan a molestar. Hace unos años anduvo a tiros con ellas hasta el cura, ahora en un pueblo tan sensato como Vegas hay un expediente X con ellas que espera la opinión de Iker Jiménez desde los mandos de la nave del misterio... Un sindiós.