Vosotros no os imagináis lo que es trabajar de Papá Nöel o Rey Mago por el tercio de lo barato; no como salen los concejales y famosos, con más pajes y sirvientes que en las películas viejas de huríes y esclavos.
Pero por el tercio de barato, con peluca más falsa que los libros de Ana Rosa Quintana, zapatillas de deporte para aguantar el tirón, capas de Rey arrancadas a unas cortinas y más grapas para sujetar jirones sueltos que en una operación de cambio de cadera, de hueso a titanio... eso es más duro que aguantar el telediario, hay que tener mucha vocación de Mago para repetir de un año para otro.
Y el ajetreo. De un colegio para otro, un viaje hasta el Centro de Salud, subir a la camioneta del Ayuntamiento que al alcalde le apetece darse una vuelta por los pueblos para que vean que sigue siendo un político cercano y amante de las tradiciones.
Y caramelos que no falten. Y frío, menos aún, al final del día tienes para hacer un iglú en la plaza del pueblo. Y todo ello para que cuando vayas a coger al rapaz en brazos se ponga a llorar como un descosido.
Por eso no es de extrañar que al final de la dura jornada real busques algo que sea verdad, alguien que ni mienta ni llore.
Y encuentras al de siempre, a tu perro. Hay amores eternos.
Pero por el tercio de barato, con peluca más falsa que los libros de Ana Rosa Quintana, zapatillas de deporte para aguantar el tirón, capas de Rey arrancadas a unas cortinas y más grapas para sujetar jirones sueltos que en una operación de cambio de cadera, de hueso a titanio... eso es más duro que aguantar el telediario, hay que tener mucha vocación de Mago para repetir de un año para otro.
Y el ajetreo. De un colegio para otro, un viaje hasta el Centro de Salud, subir a la camioneta del Ayuntamiento que al alcalde le apetece darse una vuelta por los pueblos para que vean que sigue siendo un político cercano y amante de las tradiciones.
Y caramelos que no falten. Y frío, menos aún, al final del día tienes para hacer un iglú en la plaza del pueblo. Y todo ello para que cuando vayas a coger al rapaz en brazos se ponga a llorar como un descosido.
Por eso no es de extrañar que al final de la dura jornada real busques algo que sea verdad, alguien que ni mienta ni llore.
Y encuentras al de siempre, a tu perro. Hay amores eternos.