Unas palomitas para los señores

09/02/2017
 Actualizado a 04/09/2019
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Mi abuela Josefa lo tendría muy claro al ver esta imagen de dos robots cómodamente sentados en el sofá: «¡Ay diosico, ¿en qué darán?».

A mí, la verdad, me dan ganas de decir lo mismo al ver a los dos robots, cómodamente sentados, esperando que «el servicio» les traiga unas palomitas y una Coca Cola. No los imagino comiendo pata y morro o callos con sequillos. No entiendo casi nada de qué hacen esos tipejos en el sofá por más que cuando, hace 25 años, comencé a llevar unos ordenadores del tamaño de una caja de frutas a los corros de lucha de Taranilla, Morgovejo, Acebedo o Maraña mucha gente me mirara como si fuera el hijo estrafalario de Bil Gates. Pero la verdad es que era pura fachada y al final tenía que acabar llamando por teléfono «a las teclistas» y contarles las aventuras de El Rápido, El Gato o El Viejo Profesor de Argovejo.

El bueno de Mauri –que compite con los mismísimos japoneses en paciencia para construir un dron pieza a pieza y pidiendo un tornillo a China y un ala a Taiwán– ya me explica que es un «piso piloto» (nunca mejor dicho, me da la impresión) para construir drones, poner a los robots a hacer las camas, investigar con los software o instalar una App en el móvil (estos dos últimos los he copiado y pegado directamente del tío Google).

Insisto. ¡Ay diosico, ¿en qué darán?
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