Secundino Serrano: "La transición tuvo con los maquis un silencio muy cruel"

El historiador leonés protagonizó este martes el Curso de Verano de Cistierna que realizó dos visitas, una a las cuevas de Vozmediano y al MSM de Sabero donde impartió su charla sobre ‘Investigar la historia del maquis en León’

Fulgencio Fernández
18/07/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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El curso de verano de Cistierna dedicado este año a ‘Historia y memoria de las víctimas de la dictadura franquista’ tuvo este martes una doble jornada viajera. Por la mañana los cursillistas viajaron a los «escenarios de la guerrilla antifranquista», concretamente a las cuevas de Vozmediano en las que vivieron escondidos algunos de los maquis leoneses durante meses, y por la tarde hasta el Museo de la Siderurgia y la Minería de Sabero (MSM) donde impartió su ponencia del día el historiador leonés Secundino Serrano, uno de los grandes expertos españoles en el tema del maquis, que fue el eje de su conferencia.

Serrano recordó los problemas que durante mucho tiempo encontró para estudiar este fenómeno  pues «hasta mediados de los años ochenta del siglo pasado, la historia del maquis era el relato de un episodio clandestino, oculto. Forma parte de la lógica política que la dictadura franquista tejiera un red de silencios en torno a la guerrilla y estableciera un programa minucioso para hacerla invisible. Pero la transición no corrigió las condiciones objetivas y tampoco logró normalizar la cuestión de la insurgencia en el consenso alcanzado en el posfranquismo. Incluso el ámbito académico, atravesado de aduanas ideológicas propias del antiguo régimen, orilló de sus programas hasta hace pocos años la resistencia armada».

A este problema se añadían otros como que «apenas existía bibliografía sobre los ‘hombres del monte’, y además eran textos de una militancia radical, obscena. Conseguir testimonios resultaba  comprometido: el miedo inoculado durante 40 años impedía a los testigos expresarse con libertad, y los maquis estaban muertos o en el exilio. Los archivos de las fuerzas dedicadas a la represión de los huidos —guardias civiles, militares, falangistas, somatenes…— estaban fuera del alcance de los historiadores. A pesar de tantas dificultades, un reducido grupo de historiadores quebró el muro de silencio e hizo posible que los ciudadanos supieran la importancia de la insurgencia contra la dictadura».

El cambio de siglo propició un gran cambio, «pasando de la anorexia a la bulimia», explicó Serrano, quien añadió que «la resistencia antifranquista se puso de moda y aparecieron decenas de libros espléndidos junto con textos innecesarios, pero  hemos podido conocer el relato de aquella resistencia antifranquista», con dos aspectos a reseñar: «todavía quedan por desclasificar muchos documentos y, de otra parte, nunca lamentaremos lo suficiente la destrucción de documentos efectuada en la transición, esa que Josep Fontana llamó ficción edulcorada y  que mantuvo con los maquis un silencio incluso cruel».

Concluyó Serrano que León  fue pionera en la resistencia antifranquista, y que «los guerrilleros, héroes morales contra su voluntad, pusieron en el mapa de la historia de España por última vez a León, una provincia conservadora y mansa, y lo hicieron exponiendo su propia vida. Y ese episodio de nuestra historia fue posible por los mineros y las mujeres; especialmente, las viudas republicanas. Impulsar el conocimiento de ese relato es la forma correcta de construir un futuro mejor».
 
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