Montserrat González: "Si no la hubiera matado, habría acabado yendo al entierro de mi hija"

La asesina confesa de Carrasco reitera en el juicio que no se arrepiente de lo que hizo

Isabel Herrera
20/01/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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"No estoy arrepentida, lo volvería a hacer; si dijera lo contrario, mentiría. Si no lo hago –asesinar a Carrasco–, iba a tener que ir al entierro de mi hija". Con estas palabras cerraba Montserrat González, autora confesa de los disparos que acabaron con la vida de la expresidenta de la Diputación provincial y el PP leonés el interrogatorio de hora y media (87 minutos, concretamente) por parte de su abogado.

No quiso contestar a las preguntas de ninguna de las otras partes personadas, lo que supuso dejar en el tintero decenas y decenas de cuestiones (doce minutos estuvo el fiscal enumerando las preguntas que quería hacerle a la acusada). Triana, su hija, también procesada por los mismos delitos, iba tomando notas desde su sitio.

Después de hacer a su defendida remontarse hasta la infancia de Triana para que diera cuenta de la estrecha relación que existía entre ambas, derivada de los problemas de espalda de la hija, el letrado José Ramón García García empezó a tirar de la carrera política y profesional de la hija de la asesina confesa.

Su aterrizaje en Diputación vino derivado de su afiliación al PP de Astorga, donde entró apadrinada por "Gaspar –Ramos, dueño del Hotel Gaudí de Astorga–, íntimo amigo de Herrera (Juan Vicente), de Javier García-Prieto (entonces presidente de la institución provincial) y Pano (Cipriano Elías Martínez, vicepresidente)". Al mes, exponía Montserrat, "la llamaron para hacer un trabajo para la Diputación, les gustó y le dijeron que iban a crear una plaza para ella", pero llegó entonces Isabel Carrasco a la presidencia de la Diputación. Al principio la relación era muy buena, aseguraba la madre, pero en enero de 2010, y haciendo alusión al incidente sexual entre Triana y la víctima, se trunca la relación, que cabe señalar que más o menos coincidió en el tiempo con la convocatoria de una oposición para ocupar la plaza de la discordia que dejó fuera de la institución a Triana Martínez.

Si hubiera salido García-Prieto presidente del PP leonés, no estaríamos aquíMucho le costó al abogado hacer hablar a su defendida pues se encallaba constantemente sin ser capaz de hilvanar las frases. Así, a trompicones, le fue arrancando un relato entrecortado de la persecución que había presenciado con su hija como víctima. Inspecciones de Hacienda, trabajos truncados, facturas sin cobrar... "Le hizo la vida imposible", contaba una Montserrat llorosa a la que Triana miraba desde su asiento apretando los dientes.

Por eso la mató, porque sintió miedo, dijo, de que "se tirara al tren por una depresión como hizo una amiga suya, Yoli, cuando vivíamos en Gijón; no quería que a mi hija le pasara lo mismo".

Así llegó junio de 2012, mes en el que se celebró el congreso provincial del PP en el que García-Prieto le disputaba la presidencia del partido a Isabel Carrasco. A juicio de la acusada, que el ‘padrino’ político de su hija hubiera logrado hacerse con la dirección del partido podía haber puesto punto final a la persecución a Triana por parte de Carrasco y, por ende, un final muy distinto para la dirigente política ya que "si hubiera salido García-Prieto presidente del PP leonés, no estaríamos aquí".

Pero por más que "Silván, Riesco, Morano o Majo fueron a hablar con Rajoy –Mariano, el presidente nacional de los populares– para conseguir que su candidato fuera presidente, Rajoy no les dejó" y Carrasco sale reelegida por otros cuatro años. "Ahí decidí que la iba a matar; preferí ella que no mi hija, iba a seguir haciéndole la vida imposible", decía ayer Montserrat mirando hacia su abogado.

Triana le había dicho que no se le ocurriera atentar contra la vida de CarrascoComienza a buscar armas a través de internet. En alguna ocasión realizó la búsqueda con Triana y, ésta, incluso tomó notas, pero aseguró que tras el silencio del principio Triana le había dicho que no se le ocurriera atentar contra la vida de Carrasco, así que, tal y como aseveró, continuó sola con la adquisición del arma del crimen. 2.000 euros habría pagado al tal Armando –un ‘yonki’ de Gijón– por el revólver que usó para matar a su objetivo, que le vino con regalo: otra arma y una navaja. Todo, insistió, a espaldas de Triana.

Los seguimientos los hizo sola, su hija no sabía que las armas estaban en casa y la tarde de los hechos a juzgar, Montserrat actuó por su cuenta y riesgo. Su principal esfuerzo ayer era exculpar a su hija, y desde luego, a la agente de Policía Local.

«Veo a Carrasco y se va a acabar»

El auto de hechos justiciables sitúa la hora del crimen a las 17:15 horas. Sin embargo, Montserrat González, la mujer que apretó el gatillo, desmintió que así fuera. Lo había apuntado la defensa durante su alegato: ni la hora del asesinato –como así lo calificó el propio letrado– es la que se ha dicho, ni madre e hija intercambiaron bolso en el pasaje que une la plaza de Colón con Gran Vía San Marcos.

Según el relato de Montserrat, Triana le pidió que no hiciera nada, pero ella colgó y siguió adelante con su empeño  Tal y como relató la autora confesa de los hechos interrogada por su abogado, la llamada que Montserrat hace a Triana y en la que las acusaciones se basan para fijar la hora del crimen, no fue, como suponen, para comunicarle que lo había hecho, sino que lo iba a hacer. "La llamé para decirle que se fuera para el coche, al verme nerviosa me preguntó lo que me pasaba y le dije que estaba viendo a Carrasco y que se iba a acabar". Según el relato de Montserrat, Triana le pidió que no hiciera nada, pero ella colgó y siguió adelante con su empeño.

Disparó, se dio media vuelta y se dirigía al coche cuando se encontró con Triana que había ido en su busca. Antes de eso dice que ya había arrojado el bolso que contenía "el revólver, la navaja y 50 euros". Según la madre no llegaron ni a hablar, ella iba nerviosa y siguió su camino hacia el chaflán de Roa de la Vega con Gran Vía San Marcos donde tenía aparcado el coche. Lo hacía, sostuvo, pensando que su hija iba tras ella. Pero se habría dado cuenta de que no fue así cuando llegó al coche. Triana había ido en busca del bolso que había arrojado su madre a un garaje –siempre según su versión, hoy será Triana la que tenga la oportunidad de hablar– pensando que el arma podía ser de su padre.

De este modo, cuando llega al coche, éste ya está rodeado de agentes de policía. Eso sí, ella ya se ha desecho del bolso, pero Montserrat no sabe nada de todo esto. "No habíamos hablado nada".

Tú a León y yo a San Andrés

Y entraron en escena los policías de Burgos, los que tanto han dado que hablar durante la instrucción y que prometen seguir haciéndolo durante el juicio. Dirigida por su abogado, Montserrat González explicó que ella fue dirigida a la Comisaría de León. Allí ella se niega a todo tipo de pruebas... hasta que habla con los agentes burgaleses, un par de policías que se presentan como ‘amigos’ y que llevan voluntad de ayudarla, o eso le dijeron y ella, asegura, se lo creyó. Les contó que había tirado el arma y que no sabía dónde estaban, pero su hallazgo era fundamental para la investigación y, según la defensa de las dos principales acusadas, se tomaron muchas molestias para averiguar dónde estaba. Tantas que, a su entender, las engañaron –motivo por el que ya en su día el abogado de Montserrat y Triana pidió, sin éxito, la nulidad de actuaciones–. juntaron a madre e hija como gesto de buena voluntad y así, escuchando tras las puertas (dice la defensa), descubrieron que Triana había cogido el bolso con el revólver y que lo tenía una policía. "Todo lo que me dijeron era mentira", declaraba ayer Montserrat, pero «yo hice caso, me convencieron de que ayudaban, creí que mi hija iba a salir porque ella no tenía nada que ver".

Triana no salió, acabó en prisión –donde continúa aún– como lo haría luego Raquel Gago. Ambas serán interrogadas en la sesión de hoy después de que Montserrat haya tratado de exculparlas.
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