Montserrat: "A mí Dios ya me tiene perdonada"

La autora confesa del crimen de Carrasco, ve su condena "excesiva": "Ortega Cano mató voluntariamente y le ‘pusieron’ dos años y medio", lamenta desde prisión (y III)

Susana Martín
22/05/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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Este domingo amaneció muy gris y llueve a mares. Sólo cinco personas aguardan en la sala de espera de la prisión de Villahierro para ver a sus familiares o amigos. El mismo ritual de cada semana: la huella, deje el bolso en la taquilla, pase por el arco de seguridad, quítese el abrigo, deje aquí ese cuaderno. ¿Lleva tabaco o móvil? No. Quítese las botas. Bien, pase...

De camino al módulo de Comunicaciones una funcionaria confunde una libreta con un móvil y me increpa: ¡oiga! Comprobado el malentendido, me explica que si nos pillan introduciendo objetos prohibidos no podemos volver. Pero si no tenemos contacto con los presos, hay un cristal y no podemos darles nada... «Están prohibidos y punto», zanja.

Triana está en la cárcel, pero ‘ella’ [Isabel Carrasco] ya no está aquí. Es que no podía   ser tan mala, tan superior como para decir  ‘que se marche pa China’... Nos empapamos al cruzar el patio exterior. Cada vez llueve más. Montserrat y Triana, muy abrigadas («aquí no tenemos calefacción») están sentadas en el locutorio 10. La madre sonríe más y parece tener ganas de hablar porque agarra ella el auricular. Triana escucha.
Van más preguntas:

– Dice que no ensayó... ¿No le daban miedo las armas? ¿Sabía usarlas?  
– No, es que no piensas. Cuando quieres hacer una cosa no vas a pensar si está bien o está mal. Como la gente cuando va en el coche a toda velocidad, no piensa nunca que se va a matar.Es que no lo pensé, lo siento por tantos años [de condena], te lo juro que me quedé que dije: no me lo puedo creer.

– ¿Qué sintió cuando supo la condena a 22 años de cárcel?
– No me lo creí. Pensé: están locos, están mal, no puede ser... Porque es que a nadie han ‘puesto’ tanto aquí en España, a nadie. A todos estos pederastas, a estos que matan a sus hijos, les ‘ponen’ menos, 18. Pero bueno, de qué vamos, ¿es que no es lo peor matar a tu hijo?

– ¿Trazó el plan sola, no habló con nadie?
– No lo hablé con nadie, ya te lo dije, con nadie.

A estos pederastas, a estos que matan a sus hijos, les ‘ponen’ menos, 18 años [de condena]. Pero bueno, de qué vamos, ¿es que no es lo peor matar a tu propio hijo? – ¿Lo tenía en su cabeza?
– Desde luego que sí. Y lo dije en el juicio. ¿A quién se lo contaba? ¿Para qué? Si lo iba a hacer yo.

– ¿Y lo de matarla a plena luz del día...?
– Es que no lo pensé, de verdad. Que hayan hecho esta injusticia tan grande... ¿22 años? Hombre, por favor...

– ¿Pensó que no la iban a pillar?
– Es que tampoco pensé.

– ¿Y qué iba a hacer después, al coche e ir para casa?
– Sí, pensaba coger el coche y marcharnos.

– ¿Se lo iba a contar luego a Triana?
– No, no, no.

– ¿No le hubiera contado nada? Ella lo notaría...
– No se lo iba a decir. Se lo comenté cuando la llamé por teléfono, le dije que se fuera. Ay, no lo sé, fueron unos momentos que no lo sé...

– ¿Hubo otros intentos antes?
– Si la hubiera visto sola, sí.

– ¿La vio más veces antes?
– No, sólo creo que la vi una vez.

– ¿Ella la reconocía?

– Es que de frente yo creo que no nos encontramos nunca.

– Habló en el juicio de varios suicidios cercanos, que tenía miedo a que Triana se quitara la vida...

– Te lo juro que lo pasé muy mal los años esos. Tú no lo sabes bien, eh. Fue tan mal, tan mal, que por eso. Es que una cosa es estar viéndolo... Cuando la gente se suicida no lo habla, no lo dice. Entonces un día hace cualquier cosa, yo no estoy, y qué haces... ¿Para toda la vida eso? No.

– Y supongo que pensó en Triana y no pensó en el entorno de Carrasco...
– No.

– ¿Qué le diría hoy a la hija de Carrasco, si la tuviera delante?
– Pues que pobre. Me da pena, la verdad, tener una madre así.  Te lo juro. Me da pena por ella, porque todo lo que tiene no compensa tener la madre que tuvo.

– ¿Le pediría perdón por haberla dejado sin madre?
– Pero espera, pero si no se trataban, si ella estaba encantada de la vida, si no venía a León...

– ¿No le pediría perdón?
– ¿A la hija? No, no. Lo que me da es pena. Le diría: pobre de ti...

– Dice que es religiosa, ¿en ningún momento ha sentido arrepentimiento?
– Es que no.

– ¿Aquí se confiesan?
– Sí, tenemos un sacerdote.

– ¿Se confesó por el asesinato?
– No, no, no. Digo que cuando salga, que aquí en la cárcel no es para eso.

– ¿Cuando salga de prisión se confesará?
– Pues puede, sí. No lo sé, sí que lo hacía, soy creyente, pero es que para mí las confesiones es como si yo hablo con Él en persona... A mí Dios ya me tiene perdonada.

– Tenían una vida acomodada, ¿cómo es ahora vivir en la cárcel, en este módulo?
– Eso ya no puedo. Que venga gente de otras cárceles y cómo los tratan, normal,  y lo que nos hacen a nosotras... Todo es peor que en el 7 [módulo de respeto donde estaban antes]. El trato, la comida, todo. Me quedo que digo: no me lo puedo creer. Ya te enseñamos el kiwi que nos dan, y no has visto las naranjas enanas, plátanos... Porque no tenemos para hacer fotos, pero es que es increíble. Nos dan todo lo peor...

– ¿La comida? ¿También pasa hambre, como Triana?
– Fatal. Porque compramos algunas cosas que pedimos en el Hipercor, pero nos quitan cosas de la lista. Una vez pedimos hasta 15 latas, y nos dejan 2...

– ¿Cada cuánto pueden comprar?
– Cada un mes. Antes era cada 15 días.

– ¿Cree en Dios?– Yo sí, yo creo en Dios. Creo, creo en Dios.– ¿Qué le pediría?– Que haga justicia. Pido algunas cosas que espero que ocurran.– ¿Y qué le pide a la vida ahora mismo? Para usted, para Triana...– Pido que por lo menos Triana salga. Pero a ver ahora qué pasa en Burgos...– ¿Y si se queda aquí sola?– A mí no me importa. A mí me va a ir bien y saldré cuando tenga que salir. A la segunda, tercera, la cuarta, la quinta, la sexta... – ¿Qué explicaciones ha dado a su familia del asesinato? A su marido, su madre...– No, no, ya dije que no quiero hablar del ‘ese’, ya dije que no quiero hablar más de este tema. Que tenía que hacerlo por Triana y lo hice. Y ya está.– ¿Qué le dijo su madre?– Nada... Viene aquí, pero es que ya no quiero ni que venga, porque me da...– ¿Cada cuánto tienen visitas?– Una al mes. Una al mes con la familia y otra con mi marido. Y Triana igual.– ¿Su marido no le ha echado bronca?– No, no escucho... Es que no quiero. Ella no tenía que estar y ya está. Lo único es que yo no estaba bien, porque si no no lo hubiera hecho a esa hora, pero que desde luego que la ‘eso’...– ¿Considera que tenía un trastorno mental, como dice su abogado?– Yo sólo sé que [Carrasco] no podía vivir. Ya está. Es que me la cojo ahora... Bueno, no lo puedo decir, porque ya es muy fuerte. Pero es que tengo unas ganas de salir fuera para decirlo... Y contar su maldad...– ¿Se siente liberada?– Estoy de maravilla. Estoy bien. Por un lado mal, porque no es para estar en la cárcel, pero por otro... Que no, que no, que esa gente no es para estar en el mundo. Lo diré mil veces y aunque no salga nunca de la cárcel.– ¿En ningún momento se ha dicho: eso no tenía que haberlo hecho?– No lo he pensado nunca, en mi vida.– No se arrepiente y no pediría perdón a nadie...– Es que no tengo por qué pedir perdón a nadie, porque una persona así... Y la gente que la quiere, si la quiere alguien, pobrecina, me da pena.– ¿No reconoce que lo que hizo estuvo mal?– No, no, no.– ¿Cree que estuvo bien?– Yo para mí sí. No lo sé, estaré mal de la cabeza, estaré mal de la cabeza pero te lo juro que sí. Y lo diré siempre.– ¿Reza?– Sí, sí, sí, claro que rezo. Y Dios yo sé que es justo. Y que Dios es como tiene que ser. Y que hay justicia. Y que va a castigar.– ¿Y a usted no le va a castigar por matar a una persona?– No, a mí ya me ha castigado. Con esto ya me ha castigado. Esto es un castigo gordo, y más en esta cárcel y en este módulo. Dios mío, ay, por favor, no puedo entender cómo nos hacen esto... No lo entiendo.– ¿También usted ve una ‘mano negra’?– Sí, sí. No sé quién es, pero tiene que ver con el dinero. Se compra todo, se vende... Es el dinero, el dinero mueve montañas.– ¿Qué le diría hoy a Raquel [Gago]?– ¿A Raquel? Ay, no lo sé... Yo con Raquel tampoco hablaba tanto. Y ese día [cuando fue a tomar café a su casa después de comer con Triana] sólo adiós y nada más.– Ella también sufrirá, atraviesa una situación complicada. Ella y su familia.– Ya, pero... Yo ya lo dije, es que ni lo sabía que Raquel estaba. Fue una cosa casual. Yo la verdad es que lo siento que haya ocurrido esto. – ¿Lo siente especialmente por Raquel?– Sí. Porque no debería estar así, y Triana igual. Tanto una como la otra. Yo estaba mal, fui a hacerlo a esa hora y coincidió.– ¿Va a votar en junio?– No lo sé. La verdad es que no me gustó que en el juicio el PP se pusiera contra nosotras y hasta pidiera 100.000 euros de indemnización. Lo que no entiendo es quién fue, si fue aquí o fue en Madrid, me gustaría saberlo.– ¿Por qué algunos se negaron a ir a declarar en el juicio?– No lo sé, se negaron varios, ya no quiero saber nada. Lo único que quiero es salir y decir cómo era ella [Carrasco], si me dejan.– ¿Qué quiere decir de ella?– Pues lo que era. Lo que es y lo que estoy viendo yo en la televisión, que esto no puede continuar así, esto no es normal... Son lo peor, lo que no entiendo es cómo nos han hecho esto, pero que allá ellos.– ¿Ellos? ¿De quién habla?– De todos. De todos los que han hecho que estemos aquí.– Pero si usted confesó el asesinato... – Vale, bien, ¡pero no 22 años!– ¿Qué condena le parecería justa?– A mí me parece que poco, a mí me parece que tenía que salir ya.– ¿Dos años por matar a una persona?– Claro, sí. Ortega Cano mató voluntariamente y le ‘pusieron’ dos años y medio. Y mató, me da lo mismo que hubiera estado borracho.– Pero si hubieran matado a su madre, o a su hija, ¿cómo lo vería?– Pero es que depende, hay que ver cómo y por qué, vamos a ver.– Justifica que mató a una persona «porque era muy mala», pero entonces, si todo el mundo matara a los que se portan mal con ellos quedaría el país barrido...– No, no, no, no quedaría el país barrido. Vamos a ver, ¿y van a devolver a esa persona porque esté yo en la cárcel? Pues no. Son distintas las muertes de lo de Ortega Cano y esto, por ejemplo, pero 22 años...– Lo de Ortega Cano lo ve mal, y lo suyo...– Yo considero que lo que hice yo está bien hecho. Es que ‘la Carrasco’ era mala, es que lo que le hizo no lo sabéis, es que mi hija podía haber terminado así, muerta.– No puede justificar un crimen...– Es que... si la hubiera dejado tranquila, en paz... Y lo que le daban, que tenía varios trabajos... Pues vale, oye tú vive la vida y con tu dinero haz lo que te dé la gana, que a mí me da lo mismo, pero es que no, es que dijo: ésta [Triana] no está aquí, porque además lo dijo, que se fuera ‘pa’ China, hablando en el bar a unos. «Que se marche pa China», porque era lo que quería, que se fuera de aquí. ¿Por qué? Pues mira, no, Triana está en la cárcel, pero ella ya no está aquí. Ella no puede ser tan mala, no puede ser tan superior para decir «que se marche». Era lo que le quedaba a Triana, porque si va a Madrid a trabajar a una empresa, esa empresa iba a tener a Hacienda inspeccionando, y le iba a meter, o conocía a Fulanito o a Menganito...– ¿Triana intentó buscar trabajo fuera?– Triana pidió trabajo y le daban, y le decían que sí, pero después le llamaban y ya no... A alguien muy importante hasta le llamó y le dijo que no tomara vinos con Triana. ¡Pero bueno! Y los llamaba por teléfono. ¿Cómo iba a estar yo? ¿Ni siquiera podían tomar vinos con ella? Hombre, hombre, es que no... Yo espero salir y contar todo esto si me dejan y decir todo lo que pasó, porque no puede ser, pero es que no interesa que yo lo cuente. No interesa, pero es que eso no se puede consentir.– ¿Cree que nunca se va a arrepentir de lo que hizo? – No, no, y si salgo fuera, ¡entonces ya... fiesta![«Yo quería hablar más», se queja Triana, que contemplaba a su madre estos minutos, porque en esta visita Montserrat ha acaparado casi todo el tiempo. Triana no podía escuchar las preguntas [al otro lado, sólo hay un auricular]. A veces comentaba las respuestas de su madre, pero no podía oír a la periodista. Quiere insistir en que a ella no le gustan las mujeres, porque ha tenido que aguantar «cosas» en prisión», y en que ella tenía novio, «un alto cargo del PP de León».]Triana: "Yo quería hablar más"– Cuando se le relacionó sentimentalmente con Raquel, ¿le pareció mal?– Claro, me pareció feo, y ahora ya tengo como un handicap de: ‘¿ a ti qué te gusta?, pues a mí me gusta lo que a todas las personas.Raquel Gago está fuera, porque ya estuvo aquí en prisión 8 meses, ¿pero yo   por qué no puedo estar esperando el recurso fuera, si se sabe que no hubo un plan? – ¿Por qué no lo aclaró en el juicio?– No podía, ¿cómo lo aclaraba? Yo estoy aquí, no tenía un micrófono para poder hablar en la prensa. Algunos estaban en mi contra pero yo hice los pasos de los abogados, lo que me dijeron. Los policías nos engañaron y tuvimos que declarar lo de los policías. Yo dije que tenía una relación con un señor...– No sé si alguien la creyó, apenas contó nada. Raquel habló de su novio, también fuera un hombre casado, y él declaró.– No me creyó nadie, pero todo lo que conté pasó. Igual que esa tía quiso estar conmigo y yo me da un asco que me muero. Yo estaba con uno hacía muchos años, y en el Congreso del PP en Valencia pasó mucho...– ¿Cuánto tiempo llevaba con él? – Años. Cualquiera sabe que una chica está con alguien. A mí me gustan los hombres, de siempre. En Carrizo he estado con hombres, en Armellada, he tenido algún novio en Veguellina...– ¿Le molesta que se pueda pensar que es lesbiana?– Sí, por Raquel y por lo que pasó. Ha sido algo mediático, porque no es real. Cada uno que se acueste con quien lo pase bien, porque es una cosa que es muy privada y no pasa nada, cada uno hace sus cosas. Pero me molesta que den una imagen para hacer daño.[Cambia de tema. Vuelve a hablar de las supuestas presiones en prisión por parte de funcionarias. «Me hablan mal, intento explicarles y me dicen que no tienen nada que hablar conmigo».  El último parte disciplinario, cuenta, por ir a dar un caramelo a otra reclusa. «Me paso el día ayudando. Me piden azúcar, zumo, y siempre procuro ayudar, es lo único que me llena...»].– ¿Que algunas funcionarias «van a por vosotras»? ¿Pero por qué?– Absolutamente, por supuesto. No sé por qué. No sé si es una orden y es gente que son votantes del PP, o no lo sé, pero lo noto.– ¿Y la dirección lo sabe, lo permite?– Sí. Somos chicas preventivas, como hemos estado dos años, y bajo ningún concepto podíamos estar nosotras en un módulo así, de castigo, sólo hay que mirarse la Ley orgánica penitenciaria. Los preventivos deben estar separados de penados, y mucho más de reincidentes. Y nos han mantenido dos años en el mismo sitio.– ¿Cuántos partes disciplinarios llevan?– Mamá ninguno, y si se lo han puesto se los han quitado porque ha sido sólo para vender esa imagen. Yo ahora tengo varios en recurso de alzada, pero me los van a quitar porque me acusaron de desobediencia cuando estaba en la Audiencia... Pero durante el juicio me pusieron cinco, ¡cinco! ¡Pero si yo estaba allí, en el juicio! Nos desarmaban la habitación y ni te imaginas lo que nos hicieron durante el juicio. Llegábamos y estaba todo tirado...– ¿Y este trato que denuncian es desde siempre, o desde el juicio...?– Ahora se están riendo en mi cara mucho. Hay un grupo de gente que desde el principio iba contra mí, contra las dos pero sobre todo contra mí.Hay que pensar que una mente tan perfecta no se podría presentar allí [en la detención de Montserrat], no soy retrasada (...) Me hubiera marchado a esconderme... – Cuenta que en el interior de la cárcel hay móviles, aunque están prohibidos...– Hay infinitos. No se los pillan porque los que los tienen ya son ‘chivatos’.Y al hablar de móviles, vuelve a hablar del novio, y de que no quiere perjudicarle. «Ahora no es el momento de decir con quién estaba enrollada», dice...– ¿Eso no debería haberlo contado en el juicio, para explicar muchas cosas?– En el juicio no puedo hablar lo que quiero, sólo te dejan responder preguntas.– Muchos pensaron que si tuviera novio lo hubiera dicho en el juicio...– ¡Pero cómo voy a decir quién es!– Estando usted acusada de un delito tan grave, cuanta más información mejor...– Ya... Él no se ha portado bien conmigo, pero tampoco quiero echar mierda, yo no soy así. No me han ‘puesto’ 20 años por eso, se lo han inventado por otras cosas. [Coge el auricular su madre. «El otro teléfono era para eso, para llamarle a él, ya lo dijimos», aclara Montserrat. «Cómo voy a tener un teléfono ‘sicarial’, si yo llamaba a todos, y llamaba a mi tía de Carrizo, y también llamaba al policía que venía a buscar a mamá para pasar los fines de semana en Astorga», explica Triana].– Es que algunas cosas que contó no resultaron creíbles.– Todo lo que he dicho me ha pasado y es real. Que ahora quieran hacer una nebulosa y decir que es mentira y aparentar, me da lo mismo, allá sus conciencias, pero yo sé lo que me pasó con ella [Isabel Carrasco], lo que quiso hacerme. Yo no quise estar con ella. Sé con cuántas estuvo, sé con cuántos y sé lo que hacía. ¿Has preguntado a la gente cómo me quedé yo y cómo estaba? En el PP saben todo. Y se sabe quién le regalaba cosas, y pisos, y chalets... [Da algunos nombres de constructores] Mira, todo lo que que estás grabando déjalo fuera de un disco duro para que no te ‘hackeen’ el ordenador, porque todo lo que te cuento es muy grave... [Omitimos nombres y datos, por la gravedad de los hechos que relata Triana en relación con Isabel Carrasco].– Lamenta que algunos de sus amigos se negaron a declarar en el juicio.– Yo no lo entiendo. No declararon porque están en el partido y ellos tienen un sueldo del partido. Porque no son personas de verdad...– ¿Ha hablado con ellos?– He hablado con varios, pero ahora ya no. Todos quieren que salga, estaban esperando que saliera para hablar. Nadie se pensó esto, y yo no me lo esperaba.– Contó en el juicio que la hipoteca se la pagaba su novio. ¿Y ahora?– No, ahora está mi padre. Ahora nadie quiere, ¿quién me pone?[Vuelve a hablar del novio, de qué pasará cuando salga. Cuenta que en el futuro ella quiere tener niños...].– Hábleme de Raquel. – Aquí pedí comunicar con ella, pero estábamos incomunicadas, no se podía.– ¿Y en el juicio hablaron?– No podíamos, era todo tan solemne... Y ella estaba delante y no pudimos hablar.– ¿Qué le diría si la tuviera delante?– Es que tengo que tenerla para decírtelo.– ¿Pero tiene ganas de hablar con ella?– Hombre, yo sí, claro.– ¿No cree que ella estará enfadada?– Pues yo es que pensaba volver al minuto. Lo que me hicieron a mí... Yo pensaba volver al minuto a recogerlo. Yo pensaba que era la chisma de mi padre, y es que mi padre es policía, es que hay unas cosas... Yo me presenté allí con los policías...– Raquel involucrada en el caso y...– ¡Yo tampoco tengo nada que ver con el caso y mira dónde estoy!– Bueno, es distinto, su madre es la asesina confesa...– Sí, es distinto, pero... ¿Por eso tengo que estar aquí 20 años? ¿Eso es lo que piensa la gente?[Triana cambia de tema. No quiere hablar de Raquel.Vuelve a hablar de cómo es el trato que les dan en prisión, de que ellas deberían estar en el módulo 7 y no el 10, «de castigo». Dice que le abren y le retienen cartas, que no le dejan tener amistad con algunas personas, «y sin estar el correo intervenido oficialmente»].– ¿Su novio le ha pedido que no cuente su nombre?– No, esos filtros los he tenido yo misma porque he visto que según han sucedido los acontecimientos...– Pero se queja de que le parece mal que él no quisiera testificar en el juicio...– A mí lo que me parece mal es todo esto que me están haciendo. Raquel está fuera, porque ya estuvo aquí ocho meses, ¿pero yo por qué no puedo estar también esperando el recurso fuera, si se sabe que no hubo un plan? Yo no me hubiera presentado allí si formara parte del plan, porque mamá ya estaba con los policías. Hay que pensar que una mente tan... perfecta, que sí, que para estudiar va a ser que soy así de brillante, porque no me cuesta mucho, pero no me podría presentar allí, yo no soy retrasada. ¡Pero qué plan!Me hubiera marchado a esconderme con Raquel, le hubiera dicho: vámonos. Ni hubiera aparcado allí, es que yo estaba de compras, se comprobó.[Vuelve a hablar de Isabel Carrasco, y de «todo lo que se sabe de ella y nadie cuenta»...]– Y esas cosas... ¿Cómo las sabe?– Ella me las contaba, ¿no ves que me llamaba tres veces al día? Es que no sabes, tenía un poco de fijación conmigo.– ¿Notaba que ella quería algo con usted antes de aquel episodio en su casa?– No, yo vivía en mi ignorancia. Ella sabía que yo tenía novio. Pero me llamaba a las 8 de la mañana, y antes.– Pero cómo le iba a contar esas cosas tan delicadas de sus relaciones, de su dinero, sus propiedades...– Sí, sí, y más cosas, mogollón de cosas... Yo es que no preguntaba, pasaba, yo estaba en otra cuerda. Me mandaba que buscara temas de otras comunidades también y luego estaba pendiente.[El pitido. Una voz femenina anuncia el fin de la comunicación. Hoy, 40 minutos y unos segundos. Fue la última. La publicación de esta entrevista significó no poder regresar más domingos a las comunicaciones con Triana Martínez y Montserrat González en los locutorios de la prisión de Villahierro, en la localidad leonesa de Mansilla de las Mulas. El Ministerio de Interior ha endurecido los trámites a través de Instituciones Penitenciarias para las visitas y ha dado orden de indagar –¡por Google!– sobre la identidad de quienes visiten a presos ‘mediáticos’ sin ser familiares. «Que no se cuelen más periodistas»].-----------------------------La entrevista a Triana y Montserrat se realizó durante cuatro visitas a la cárcel de Mansilla. La Nueva Crónica la publicó en 3 partes: 12, 15 y 22 de mayo.
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