Martín dibuja con ‘la parca’

El leonés Miguel Ángel Martín ha publicado en un libro los dibujos con los que ilustraba en los años 90 los sucesos de La Crónica de León, especialmente el cuadernillo ‘Crónica Negra’, en el que Joaquín Nieves fue relatando los crímenes más famosos que se habían producido en León y provincia

Fulgencio Fernández
28/11/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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A finales de los 80 e inicios de los 90 coincidían en León circunstancias como el reciente nacimiento de unperiódico, La Crónica de León; que su director adjunto era Jesús Egido, apasionado del cómic y la ilustración, lo que hizo que acercara al nuevo rotativo a un buen número de dibujantes e ilustradores (Lolo, Martín, Toño Benavides, Gatagán, Fer, Javier Sahagún o Enrique López, entre otros) con la complicidad de Benigno Castro; también colaboraba en el periódico Joaquín Nieves, especialista en Sucesos... y era una evidencia que eran otros tiempos, que el nuevo periódico tenía un evidente problema de fondo de imágenes pues acababa de nacer y a Internet ni siquiera se le esperaba...

Así fue como un joven dibujante, Miguel Ángel Martín, se hizo primero cargo de ilustrar las noticias de sucesos para las que no había fotografías y unos meses después de hacer lo propio con un recordado cuadernillo semanal titulado ‘Crónica Negra’, en el que el ya citado Joaquín Nieves relataba con todo tipo de detalles los crímenes más famosos de la historia de León, capital y provincia, que, vaya por delante, fueron muchos y algunos muy recordados por los aficionados a las páginas de sucesos.

Han pasado varias décadas. Miguel Ángel Martín se ha convertido en uno de los ilustradores españoles más reconocidos, laureados y, muchas veces, controvertido.

También el de más proyección internacional. Jesús Egido ha montado una editorial —Reino de Cordelia— en la que su sello personal sigue siendo tan evidente como lo era en aquella La Crónica. Y Joaquín Nieves sigue al pie del cañón de los sucesos, aunque ya jubilado con el cariñoso apodo de El decano del crímen.

Así las cosas a nadie le extrañara el reciente título de Reino de Cordelia, Crónica negra, de Miguel Ángel Martín, ‘hijo’ de aquellos cuadernillos que vieron la luz en La Crónica de León en los años 90. Y así lo explica: «Recopila los crímenes más crueles de la historia de la provincia de León. Aquella tarea gráfica de forense, salpicada de vísceras, puñaladas, asesinos sádicos y víctimas sangrantes se recupera ahora restaurando los textos originales. Una visión de la España miserable y montaraz, un Puerto Hurraco sin fronteras, que se ajusta como un guante a la mirada ácida y visceral de Martín. La España criminal vista por uno de los ilustradores más originales y libres de Europa». Una conjunción perfecta para un libro realmente singular.

Recuerda Jesús Egido aquellos tiempos. «En el verano de 1986 Miguel Ángel Martín tenía 26 años, dibujaba cómics y quería ser dibujante de cómics. Su estilo limpio, la línea clara de su dibujo, contrastaba con la dureza de sus guiones, de humor ácido y directo. Con esa claridad de trazo empezó a ilustrar las noticias de sucesos en un periódico de provincias que intentaba abrirse camino, La Crónica de León. A finales de los ochenta las noticias aún llegaban a las redacciones por el teletipo, tocando las campanillas cuando se trataba de una tragedia o de la muerte de Franco, que se murió a campanillazo limpio, con los teletipos echando humo. Los redactores de sucesos, o al que le tocara ese día cerrar la página se sucesos, que en provincias no hay secciones que valgan, reescribían lo que mandaban las agencias, y en ocasiones hasta empeoraban los textos por aquello de las prisas, el cansancio y quien sabe si también un aliento de incompetencia».

Y ahí entraba en juego la figura del dibujante: «Martín cogía la hoja cortada del teletipo o la página ya maquetada con el hueco para su ilustración y ponía imágenes a asuntos de tanto interés informativo como que ‘El Galfarrias’ atraca en una misma noche una discoteca y a un taxista, ‘Dos fans de Luz Casal son arrollados por un tren durante un concierto’ o ‘La mujer de un médico belga mata a sus dos hijos antes de suicidarse’».

Después del verano, recuerda,cuando los periódicos hacen sus grandes cambios para seguir pareciendo iguales, a alguien se le ocurrió aquel mismo año que Martín ilustrara también los grandes crímenes históricos que sostenían la Crónica Negra de la provincia. Y así empezó la secciónque da nombre a este libro. Solo faltaba alguien que escribiera los textos».

Y ahí entra en juego la figura de Joaquín Nieves. «En octubre de1986, cuando Martín seguía teniendo 26 años, Joaquín Nieves ya superaba los 60 y, si no lo había hecho ya, estaba a punto de jubilarse. De temprana vocación periodística, se había especializado en sucesos en Proa, periódico estatal de la Cadena Prensa del Movimiento que a partir de la muerte de Franco se reconvirtió en el organismo público Medios de Comunicación Social del Estado. Fue entonces cuando decidieron cambiar el término náutico del diario leonés —Franco nació en Ferrol, junto al mar— por otro más ambiguo, La Hora Leonesa, que a la sajona sería algo así como The Times of Lyon. Nieves llevaba media vida en León sin perder el acento orensano de su Verín natal, tal vez porque no hablaba mucho. Taciturno, no demasiado alto, delgado y alopécico, transitaba las calles bajo la lluvia protegido por una gabardina que parecía no quitarse para dormir y que acentuaba su aspecto de sombra en la noche, de Gallego Errante». 

Ya no faltaba nada. Nació la sociedad. Dice David Benedicte en el prólogo: «Reinventa Martín la foto cuando no hay puñeteras fotos, mostrándonos el hachazo, el homicidio, el parricidio, la violación, al asesino múltiple, la profanación de tumbas, el ajuste de cuentas… Y en pleno show cotidiano del horror, Martín nos agarra por los huevos para no soltarnos y, mirándonos fijamente cara a cara, escupirnos hasta dónde puede llegar un español cuando la cosa, a mitad de la partida de mus dominguera, se va de madre y se convierte en un baño de sangre por culpa de un as de oros. Cada pequeña noticia es una pequeña obra de arte acompañada de pies de foto de calibre grueso. ‘Mató a su madre a puñaladas afirmando que él era Dios’, por ejemplo. Principio y fin de una época que, por lo visto, nunca volverá. Años felices en los que un periódico de provincias era capaz de resolver la cuestión gráfica de su sección de Sucesos dando la oportunidad a un jovencito con hambre artísticade demostrar lo que llevaba dentro».
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