Luis Mateo Diez: "La vida cotidiana puede ser tan intensa como la de los aventureros que se van a cazar en África"

El escritor leonés acaba de publicar una novela -u ochenta y cinco pues se dice de ‘Vicisitudes’ que cada uno de sus 85 capítulos es una novela- y la crítica la ha recibido hablando de "el más claro heredero de Cervantes" o de "la prosa más pura desde Delibes". El lacianiego afirma que es una "defensa de la vida cotidiana, que puede ser tan intensa como la de los aventureros que se van a cazar leones hasta África"

Fulgencio Fernández
17/04/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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Una boda en Solba plantea un enigma: la intermitente desaparición del novio. Corsino y Beruelo, enemigos en el colegio, siguen odiándose treinta años después. Un hombre se casa con la hermana de la mujer que ama para no perderla. Al jubilado Comisario Urbina se le agota la vida al extinguirse su instinto profesional. Cuando el bondadoso Pardo enviuda se convierte en un ser desalmado...». Así leído parecen los argumentos de varias novelas pero es sólo una, la última de Luis Mateo Diez, ‘Vicisitudes’. Ya lo había anunciado el lacianiego, «son muchas novelas en una novela. Me gusta combinar». La publicidad de Alfaguara incide en este camino: «Esta es una novela compuesta por ochenta y cinco capítulos que podrían haber sido ochenta y cinco novelas».

El escritor es alguien que anda por la calle, como todo el mundo, pero que ve lo que otros no ven  Ha vuelto a sorprender Luis Mateo Diez aunque ya no es una novedad en él,un novelista del que siempre se espera algo más, hasta el punto de que el crítico Ángel Basanta ha escrito en El Cultural: «Es el más genuino heredero de Cervantes en nuestro tiempo». J.A. Masoliver Ródenas, en La Vanguardia, une el nombre del leonés al de otro grande de nuestra literatura, más cercano en el tiempo: «Después de Delibes, no hay prosa más precisa, elegante y pura que la de Luis Mateo Díez».

Nuevamente nos regala el autor de ‘La fuente de la edad’ una galería de personajes realmente sorprendentes. «Responden a la idea de ver al ser humano como un bicho tragicómico. Personajes que muestran una lucidez irónica frente a su destino habitualmente trágico, a una vida habitualmente dura. Es una comedia humana, donde conviven la alegría, las ilusiones, las frustraciones... La vida, donde el humor puede convivir con la pesadumbre. En mis personajes hay una defensa de la vida cotidiana que les conduce a buscar la ayuda de la rutina. Lo cual no quiere decir que no contengan elementos de una experiencia de la vida mucho más intensos que los aventureros que se van a buscar leones al África salvaje».

Me reconozco en la tradición cervatina de contar lo que sucede en la vida y recrearlo por alguien que ya ha vivido mucho Una vida cotidiana que Luis Mateo Diez lleva a sus novelas pasada por la mirada especial que, defiende, tienen los escritores, los literatos. Otro asunto es saber qué entiende él por literatos. «El escritor no es un tipo extraño, es alguien que anda por la calle, como todo el mundo, lo que ocurre es que él ve lo que los otros no ven. El escritor es alguien con una mirada diferente, porque tiene un sentido provisional de su existencia y una conciencia muy lúcida de lo que le rodea, de la comedia humana con la que convive. Hay colegas que buscan una salida sorpresiva, novelesca, la trabajan, pero ocurre que es la vida la que te da de todo: unas veces la nada yotras las tramas más complejas que nunca hubieras imaginado».

No se ‘asusta’ Luis Mateo Diez cuando le recuerdan que la crítica viene mostrando tendencia a emparentar su nombre con el de Cervantes, a colocarlo en la linea sucesoria del creador del Quijote, aunque da una larga cambiada para confesarse más bien alumno: «Es cierto que no dudo en reconocerme en la tradición literaria cervantina. Lo hago en la propensión a contar lo que sucede en la vida narrado por alguien que ya ha tenido mucha experiencia de ella y que creo que ya sabe recrearla, reinventarla y convertirla en propia materia de la vida». Y no evita recordar que «la enfermedad, las contrariedades, las muertes... se me vinieron encima y rompieron la normalidad en la que podía vivir, la rutina y aumentaron mi natural tendencia al desorden».

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Con esa lucidez de la mirada que tiene como escritor y la que ha demostrado durante muchos años de profesión sería bueno recordar el diagnóstico que hace de estos tiempos que nos ha tocado vivir, estos llamados años de la crisis. «Tengo la impresión de que lo que ocurre es que no estamos en manos de los más listos, los más brillantes, los más preparados».
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