Los nuevos tratamientos de hepatitis C han curado a 657 pacientes en dos años

El colectivo de afectados denuncia que hay cientos de enfermos que no saben que lo son

Sergio Jorge
23/01/2017
 Actualizado a 17/09/2019
Una concentración de enfermos junto a la Delegación de Hacienda en la capital leonesa. | DANIEL MARTÍN
Una concentración de enfermos junto a la Delegación de Hacienda en la capital leonesa. | DANIEL MARTÍN
La revolución que han supuesto los nuevos tratamientos contra la hepatitis C ha llegado ya a 657 pacientes en toda la provincia de León entre enero de 2015 y noviembre de este año, según los datos facilitados por la Consejería de Sanidad. Y lo que es más importante, han dejado atrás una enfermedad que condicionaba su vida de forma considerable cuando estaban bien y les obligaba a continuas visitas al Hospital cuando sufrían algunos episodios críticos, sobre todo porque suele venir asociada a cirrosis hepática o cáncer de hígado. Pero también en estos dos años en los que se están prescribiendo los nuevos fármacos se están aliviando los centros sanitarios y, por consiguiente, hay más recursos para atender a otros enfermos, de ahí que se considere un ahorro a medio y largo plazo la utilización de estos tratamientos que en un principio suponen un desembolso muy grande para las administraciones públicas.

La eficacia de los nuevos fármacos va del 85 al 96%, según las cifras que maneja la Consejería de Sanidad Lo más positivo de los fármacos que se han implantado ya en el sistema de salud de todo el país, y en Castilla y León en concreto, es que su eficacia oscila entre el 85 y el 96% según el Sacyl, a la vez que se reducen considerablemente los efectos secundarios. Porque hasta ahora, el tratamiento consistía en el temido Interferón combinado con otros fármacos, como el Ribavirina. También se recetaban Boceprevir y Telaprevir, que eran mejores aunque los efectos secundarios suponían muchos problemas para los pacientes. Pero la situación cambió drásticamente con la llegada de Simeprevir, Sofosbuvir, Daclatasvir, Ombitasvir/Paritaprevir/Ritonavir, Dasabuvir y Ledipasvir/Sofosbuvir, con los que se consigue de verdad atajar la enfermedad en la mayoría de los casos.

Críticas de la asociación

La parte positiva del tratamiento es que todos los pacientes están recibiéndolo, ya que la Consejería de Sanidad primó los casos más acuciantes y después ha ido continuando con el resto, siempre que estuvieran en disposición de poder tomarlo. Pero todavía hay mucho por hacer, según denuncia el portavoz de la Plataforma de Afectados de León, Ángel Fuertes. Y es que el plan impulsado por el Ministerio suponía no solo llegar a los enfermos, aunque la cifra de 52.000 que se había propuesto no se ha cumplido, sino también potenciar los controles para detectar a todas las personas que portan el virus y que no han sido diagnosticados aún. «No se ha hecho la búsqueda de los afectados, ni siquiera se ha llegado al 10% de la población enferma», apunta Fuertes, que cifra en más de 500.000 los enfermos de hepatitis C que no saben que lo son.

La Plataforma de Afectados critica que no se impulsa la búsqueda de enfermos que no están diagnosticados También hay otros problemas derivados de esta situación, como que algunos pacientes no están seguros de tomar el medicamento nuevo porque no se fían de que pueda ser positivo, ya que después de años de efectos secundarios muy dolorosos no quieren volver a pasar por esta situación, pese a que ahora son casi insignificantes.

Y si apenas se ha hecho nada por detectar la enfermedad en las personas que aún no saben que la tienen, hay un sector de la población que sí lo sabe pero que no ha recibido todavía los nuevos medicamentos: los presos. Y es que en las cárceles españolas, también en la de Mansilla de las Mulas, prácticamente ningún interno está tomando los fármacos que acaban con la hepatitis C en apenas dos meses, según asegura Fuertes. Yes además un importante número, ya que desde la Plataforma se estima que un 25% de los reclusos de Villahierro podría tener la enfermedad y ninguno es tratado. Esto supondría que más de 250 personas podrían estar curadas y lograr una reinserción social plena una vez que cumplan con sus condenas, o poder vivir dignamente en la prisión sin tener que visitar continuamente los centros médicos.
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