La paciencia y la vocación de los talleres municipales

El Ayuntamiento de León ofrece cinco cursos que se imparten en el edificio de la Plaza Mayor y en el que participan 170 alumnos

Sergio Jorge
22/02/2015
 Actualizado a 11/09/2019
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Son cinco los talleres que desde hace varios años imparte el Ayuntamiento de León dentro de su escuela de artes y oficios, enclavada en el edificio municipal situado en la Plaza Mayor de la ciudad. Allí, cada día acuden unos 170alumnos en los que solo se piden dos condiciones básicas:la paciencia y la vocación para así poder desarrollar los proyectos que les marcan los profesores.

Uno de ellos es el de dibujo y pintura, en el que el monitor, Luis Carlón, enseña a los alumnos las técnicas para que todos puedan primero dominar cómo hay que enfrentarse al lienzo o al papel y luego ser capaces de que sus creaciones estén a la altura de cualquier profesional del siempre complicado mundo de las artes plásticas. Paisajes, retratos y bodegones son algunas de las temáticas que tratan los participantes en el taller, quienes reconocen que llegan a estas clases en muchas ocasiones sin ningún tipo de conocimiento, solo con las ganas de querer aprender.

Otro taller en el que la paciencia y no querer hacer las cosas con rapidez es vital es el de restauración. Lo asegura su profesora, Elisa Lobato, quien a sus alumnos les explica cómo hay que recuperar los objetos que traen de sus viviendas y que por el uso o el paso del tiempo no están en las mejores condiciones. «Aquí rehabilitamos todo tipo de objetos siempre que no sean de papel y cerámica», afirma la monitora de este taller. A su alrededor, los participantes barnizan y limpian cuadros o incluso sillones desgastados después de años de utilización. «Muchas veces estos objetos quedan para decoración porque no se pueden casi usar», reconoce.

Pero este taller tiene un importante objetivo:recuperar una talla del siglo XVII que hasta hace poco estaba en la iglesia de Oteruelo y que un acuerdo entre el Obispado y el Ayuntamiento permite que se pueda rehabilitar.

Se trata de un San Miguel Arcángel, que está en un muy mal estado y en el que los intentos de arreglo de hace años no han hecho más que empeorar su situación. «Hay clavos que han oxidado la madera y han provocado más grietas de las que había», asegura Lobato, que también explica que hay yeso y barniz encima de la suciedad y la policromía.

Uno de los talleres que lleva un sello más leonés es el de vidrieras, en el que los alumnos se sumergen en la práctica que los maestros de la Catedral siguieron para lograr que la Pulchra Leonina sea una de las más atractivas del mundo. Trabajan con dibujos religiosos, pero también con cuestiones de otra índole e incluso con diseños «muy modernos que ponen en sus casas», señala la profesora de este taller, Concha Reguero.

Las dos formas de crear las vidrieras son dos, y ambas las siguen los alumnos. Por una parte, la que era habitual hasta el siglo XIX, unir las piezas de vidrio con plomo. La segunda, a partir de esos años, lleva a los vidrieros a hacerlo con cobre y estaño.

Quizá el taller más desconocido es el de repostería. Tal y como explica su monitora, Rosa Luz Nogal, no se trata de postres, sino de telas que se portaban en la Edad Media como estandartes de los soldados o para mostrar otro tipo de cuestiones. Ahora, tanto los motivos heráldicos como de otra temática son los que ponen en marcha los alumnos de este taller, en los que las telas superpuestas son la materia prima que se maneja.

Por último, la cerámica es el quinto taller que está disponible en el Ayuntamiento. Allí, Lali González explica a sus alumnos los secretos de la arcilla y otro tipo de sustancias parecidas con las que hacer esculturas. Primero se siguen objetos más o menos conocidos, pero luego se invita a los alumnos a crear «moldes propios», apunta la profesora.
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