La mano que mece la fe

11/04/2017
 Actualizado a 15/09/2019
11-04-2017-a-la-contra.jpg
11-04-2017-a-la-contra.jpg
Cuando murió la abuela la sensación más clara fue que una mano fuerte me había soltado y me había dejado en medio de la carretera. Cuando murió mi madre no tuve la sensación, supe que otra mano fuerte me había soltado y que ya estaba solo en medio de la carretera.

Eran las manos que siempre te habían llevado de la mano. No hacía falta preguntarse hacia dónde, no era necesario, sólo existía la posibilidad de que fuera por el mejor de los caminos posibles.

Tu padre puede ser, al menos así lo ves, el más fuerte, el más grande, el que todo lo puede... Pero la mano a la que te agarras primero siempre es a la otra.

Es la mano que te enseña los caminos. Es la mano buena. La cálida. La generosa.

Son muchos los niños a los que estos días esa mano les conduce hasta las procesiones, a los ritos, a la Semana Santa. La que los viste con los mismos trajes que ella se puso, la que les cuenta las mismas historias que un día le contaron.

Los niños no lo dudan, la cogen, como siempre han hecho. Van orgullosos de su mano, con su traje, con sus preguntas, con sus nervios, con sus historias...

Esta vez es la mano que mece la fe.

Sin necesidad de irse para siempre la madre habrá un día en el que la mano te suelta, te manda elegir el camino, te deja que proceses las otras historias que has ido escuchando. Pasa a ser la mano que mece tu libertad de elegir nuevos caminos.

Viendo las calles de la ciudad estos días bien parece que ningún niño cambió de camino, que escriben todos la misma historia. Viendo las calles de nuestros pueblos estos días bien parece que todos los niños han elegido otros caminos, se han soltado...
Lo más leído