La lucha de la lucha leonesa

El reconocimiento como Bien de Interés Cultural Inmaterial del deporte más leonés llega en el que probablemente sea su peor momento de los últimos años, pues los enfrentamientos internos han dejado la Liga de Verano pendiente de un hilo

La mitad de los que forman parte de la lucha leonesa llevan años luchando en contra de la otra mitad
30/06/2017
 Actualizado a 01/09/2019
En la lucha leonesa uno puede encontrar prácticamente todas las metáforas del mundo. Si se quiere, se puede empezar por su propio nombre. Se puede seguir con la comparación entre fuerza y maña, por el valor y la honestidad de este deporte que se convierte en el que más expectación levanta durante los meses de verano en el cuadrante nororiental de la provincia. Algunos ven una seña de identidadleonesa en los agarres, en la nobleza, en el reto de ganar el pecho al rival. Pero más que una seña de identidad, este deporte es una metáfora casi perfecta del carácter leonés: en la lucha leonesa, lo saben bien quienes conocen sus entresijos, la mitad de la lucha leonesa lleva años luchando contra la otra mitad. Ahora llega un reconocimiento institucional, merecido, necesario (tardío, también hay que decirlo) como es la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial, un reconocimiento que llega precisamente en el momento más delicado de la lucha leonesa, que después de muchos enfrentamientos internos, después de muchas trabas y problemas por todas las partes implicadas y muy pocos esfuerzos compartidos, está prácticamente contra las cuerdas, pues su competición estrella, la Liga de Verano, está pendiente de un hilo por los problemas federativos. Por eso resulta de una cruel ironía el argumentario que se ofrece para declararla Bien de Interés Cultural Inmaterial: «legado de una costumbre y tradición mantenida a través de los siglos».
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