La llama del amor viva

20/09/2016
 Actualizado a 27/08/2019
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Ahora que acaba de pasar por estas tierras Amancio Prada, con la mochila cargada de poemas, bueno es viajar a un autor que nunca le falta en ella, Juan de la Cruz. Ya su ‘Llama del amor viva’.

Porque mantener la llama del amor viva los 12 meses del año lo entienden como nadie la más que numerosa tribu de semanasanteros y sus variadas cofradías, que extienden su llama mucho más allá de esa semana que tanto esperan, la de la muerte y el dolor, que siempre nos han tirado lo de los sucesos por estas tierras.

Están a punto de estrenar museo, dicen y niegan que le han ganado la batalla a todo un museo del Prado, pero eso no es todavía suficiente. Cada fin de semana, en cualquier iglesia, cualquier cofradía convoca a los suyos para un rito, un recuerdo, un cambio, un abad, viejo o nuevo. La del Dulce Nombre u otra, la de Angustias u otra... se hacen con un hueco en los noticieros con sus nombres y sus ritos.

Hay quien defiende que esta puesta en escena de cuidada escenografía teatral tiene mucho que ver con la pervivencia durante siglos de esta singular multinacional, la más grande.

Ellos saben qué significa el reclinatorio vacío y posado sobre el banco, ellos saben a quién espera, a qué rito pertenece, qué nombramiento celebran, quiénse va y quién llega... Su llama del amor viva.
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