– Reconoce que no es tiempo de libros que van más allá del mero entretenimiento pero insiste en esa linea con el ensayo premiado, aunque el Jurado ha destacado que se trata de un ensayo "de gran brillantez narrativa".
– Soy novelista y he querido seguir el modelo de los historiadores anglosajones de que quieren ser rigurosos pero sin dejar de lado una cierta amenidad, para que no ocurra que la aspereza de un libro no sea el tema del libro sino cómo se narra. Soporto muy mal esos ensayos que son casi una mera acumulación de datos eruditos.
– ¿No podemos negar la mayor y damos por hecho que nuestro desamor a España es una realidad incuestionable?
– Debatir se puede hacer con todo, pero creo que es una evidencia. Es curioso comprobar que el español no suele ser xenófobo, pero sí parece sentir horror de sus compatriotas, de sus vecinos, de los otros españoles.
– Para estudiar este fenómeno que usted llama el autoodio se ha documentado con las teorías de ilustres pensadores, desde el inevitable Ortega a los clásicos del Siglo de Oro, que ya abordaban este asunto ¿A qué conclusiones llega? – Es muy complicado resumir un largo ensayo, si fuera una novela podría hacerlo pero casi me veo obligado a recomendar la lectura del libro para hacernos una idea. Diré que he buscado responder a esa pregunta que se hace el personaje de Vargas Llosa de ‘Conversaciones en la Catedral’, Zabaleta:‘¿Cuándo se jodió El Perú?’, señalando ese punto de inflexión en el que un país empieza a ir peor, cuando deja de ir hacia arriba y comienza su descenso, cambia su rumbo. – ¿Y cuándo se jodió España?– Ese punto de inflexión en un país con tanta historia como el nuestro no es fácil de encontrar, habrá varios puntos de inflexión y hay entra en juego la opinión de cada cual. – ¿Y el punto de inflexión de España según Juan Pedro Aparicio?– Los más tópicos, por así decirlo, serían la invasión napoleónica y las Cortes de Cádiz;después la derrota de las Comunidades, de los comuneros;otro sería los Reyes Católicos y en el que yo pongo el énfasis, por ser el más secreto de todos, el más rodeado de misterio, es aquel en el que el Reino de León desaparece al ser absorbido, de repente, por Castilla. Pasamos de ser el reino más importante a prácticamente quedar en un papel muy secundario. Y no es un cambio que obedece a dinastías, es un cambio de política.– Lo que llama Castispaña.– Uso ese neologismo para hablar de la historia manipulada de España. Hay una historiografía española que ha sido manipulada desde un nacionalismo español que gira en torno a Castilla y que está cargada de manipulación. – Para llegar a ese punto de inflexión ha buscado opiniones de todo tipo.– He tratado de buscar opiniones muy fundadas de grandes estudiosos para hacerme yo una idea clara de cómo empezó "a joderse nuestro Perú", en expresión que nos ha legado Mario Vargas Llosa en una de las páginas de una novela realmente impresionante y que ahora utiliza mucha gente pues es realmente acertada, con una carga expresiva evidente, pues al pronunciarla todos sabemos a qué se está refiriendo. Lo que yo he hecho es buscar la salida, como en aquellos pasatiempos gráficos de los periódicos que te daban una serie de puntos que al unirlos te daban una cara, un paisaje o una figura, eso he hecho yo, unir los puntos. Por ejemplo, seguir el hilo de un investigador de la Sorbona que afirma que "sin el Papa, Castilla no hubiera podido existir"... y te lleva a reflexiones:la participación del Papa en la independencia de Portugal del reino de León, ¿nos gustaba en Roma el reino de León y se fomenta un nuevo ‘campeón’, Castilla? Ahí es donde encuentro y utilizo esa expresión de Castispaña. Eso me lleva a otra reflexión, la de lo que está ocurriendo hoy en el mundo islámico. Vaya por delante que no tengo nada contra ninguna religión, las respeto; pero es evidente que algunas que entran tan de lleno en la vida de las gentes que la regulan de un modo dictatorial, y eso es lo que está pasando hoy con la religión islámica, al menos en algunos países.
– Su ensayo parece de absoluta actualidad ahora mismo. – No es un libro político, no se si va más allá de la política o se queda más acá de ella. No entro en política, en un ensayo histórico, un repaso, un trabajo muy serio de estudio e investigación, que no es mío sino de todos aquellas fuentes a las que he acudido, los puntos del pasatiempo gráfico que te decía antes.
– Pues, al margen del ensayo, ¿que le parece el desamor a España en estos tiempos?, ¿cómo ve el panorama político?
– No me extraña que esté como está, es casi esperpento. Creo que más que la mía la voz más autorizada que necesitaríamos es la de Valle Inclán para que nos ayudara a entender lo que está pasando, este vivir un poco al margen de las maneras europeas de comportarse en Democracia. Pero no me gustaría profundizar en esto pues puede parecer que forma parte del libro y nada más lejos de la realidad.
– Habla de muchos puntos que va uniendo, el de partida sería la frase de Vargas Llosa y otros ‘de paso’ han sido Ortega y Gasset, Caro Baroja, Sánchez Albornoz o Américo Castro. Ha sorprendido la opinión que ha manifestado sobre ‘el intocable’ Ortega...
– Ortega es una luminaria, pero en algunos aspectos es también una desgracia. Escribe maravillosamente, tiene una lucidez tremenda, pero sus planteamientos, a veces, son los de un protofascista. Habla de mejorar la raza como lo podría hacer Mussolini. Yo lo leí con diecisiete años, en la España fascista y me lo creí. Mucho de lo que escribió no es de recibo.
– ¿Caro Baroja?
– Siento admiración y simpatía por él. Era un sabio sin carisma, lo sabía todo pero lo único que hacía era darte los datos e invitarte a pensar.
– ¿Pidal y Sánchez Albornoz?
– Son otra historia. Hacen un relato de España que hay que replantearse. Eran eruditos, escribían muy bien, tenían una evidente capacidad de persuasión, pero cuyas construcciones, con alguna manipulación, están ahora mismo sometidas a revisión.