Ignacio Chillida: "A mi padre le hubiera gustado ver su exposición en este lugar"

‘Vivir el hierro (burni bizitu)’ es el título de la muestra de Eduardo Chillida que este miércoles se inauguró en el MSM de Sabero y que, en palabras de su director, "era inevitable que estuviera aquí"

Fulgencio Fernández
30/06/2016
 Actualizado a 10/09/2019
Ignacio Chillida explica a los asistentes a la inauguración una de las obras de su padre, en presencia del director del MSM de Sabero. | ALFREDO R. LORENZANA
Ignacio Chillida explica a los asistentes a la inauguración una de las obras de su padre, en presencia del director del MSM de Sabero. | ALFREDO R. LORENZANA
"¡Si mi padre hubiera conocido este lugar cómo le hubiera gustado ver en él su exposición!", afirmo Ignacio Chilllida al contemplar las naves del Museo de la Siderurgia (este miércoles más que nunca) y de la Minería de Sabero.

Ignacio Chillida es hijo del gran Eduardo Chillida y el comisario de la exposición dedicada a su padre con el título de ‘Burni bizitu (vivir el hierro)’, que va a permanecer en el MSM durante los meses de julio y agosto.

Explicó Ignacio Chillida que su padre se encontraría muy cómodo en esta antigua ferrería porque es muy parecida a los lugares en los que él trabajó el hierro para sus esculturas, repartidas por medio mundo. "Primero trabajó en una fundición de Lagazpia, pero se le quedó pequeña, y ya se fue a otra de Reinosa, que es en la que más tiempo estuvo". Y recordó que cuando dice ‘trabajó’ no es ninguna metáfora pues Eduardo Chilllida supervisaba todos los pasos de las esculturas y trabajaba físicamente en ellas. "Era un hombre muy fuerte", recordó y añadió la anécdota de que era buen deportista, hasta llegar a ser portero de la Real Sociedad en Primera División, hasta que  sufrió una grave lesión jugando contra el Real Valladolid.

La exposición, y sobre todo los recuerdos y las explicaciones de Ignacio Chillida, nos acercan a la figura humana del escultor, del que poco se puede añadir ya como artista. En esta faceta es muy ilustrativo el documental que puede verse —y escucharse—en la primera sala de las tres en las que está dividida la muestra. En él se recogen los testimonios de los trabajadores de las fundiciones en las que trabajó Chillida. Uno de ellos recuerda cómo lo conoció. "Estaba trabajando y llegó él. Me tendió la mano y yo no le acerqué la mía porque la tenía negra, del trabajo, le dije que le manchaba y nunca se me olvidará lo que me dijo, mientras me estrechaba la mano negra:Las manos de un trabajador nunca manchan".

Otros recordaban la fuerza de la que ya se ha hablado, "cogía los pesos como cualquiera de nosotros y siempre tenía que meterse  todas las faenas y estaba muy ágil. Una vez una pieza le iba a aplastar una pierna pero no sé cómo se subió encima de ella". Testimonios que ayudan a entender al creador de tantas obras universales, como su famoso ‘Peine del viento’, en San Sebastián. Trabajadores a los que Chillida hacía sentirse parte del proyecto, hasta el punto que uno llega a afirmar: "Éramos un grupo, si uno no tenía una idea la tenía otro", y sobre cómo era la relación es muy significativo otra confesión:"Un día me equivoqué con una pieza, fui a pedirle perdón y me dijo: Si yo tuviera tan pocos errores como tu... No te preocupes, que algo se podrá hacer con la pieza defectuosa".

Tanto Ignacio Chillida como los trabajadores de la fundición hablaban, a su manera, de la gran obsesión de Chillida, lograr que el hierro pareciera flotar, como si volaran  esas enormes piezas con las que trabajaba. "Le pregunté qué tal había quedado una gran obra que llevó al Reina Sofía y él me dijo:¡Si vieras cómo hace sitio allí! Parece que va a volar".

Volar. Flotar en el aire o en el mar explicó Ignacio Chillida que era su sueño. "Se pasó la vida luchando contra Newton, quería que volara el hierro o que flotara en el mar. Se pasó la vida buscando el espacio".

El espacio, los límites y el peso se podría decir que fueron temas muy comunes en su obra —«siempre en hierro, sólo trabajó algo en madera en sus inicios»—. "El peso era otra de sus obsesiones, siempre realizó trabajos con piezas macizas, no concebía una obra hueca, que no se supiera lo que había en su interior". Y explicó Ignacio Chillida que las obras de pequeñas dimensiones’ que se pueden ver en la muestra de Sabero "pesan alrededor de 400 kilos;las grandes esculturas para espacios públicos pesaban muchas toneladas". Habría que recordar los problemas para colocar en San Sebastián ‘El peine del viento’, por su peso.

‘El peine’ ilustra otra de las características de la obra de Chillida, que explicaba su hijo Ignacio. "Le gustaba hacer series, pero no iban seguidas, pues le encantaba darle vueltas a todo, reflexionar... igual empezaba una serie en 1952, como la del peine, y hacía otra en 1977, que fue cuando se colocó, aunque no se inauguró de manera oficial hasta 2007, con mi padre ya fallecido y con la presencia de un grupo de amigos, nada más". Sí recordó con orgullo Ignacio que "muchos trabajadores interrumpieron sus vacaciones para estar presentes en la inauguración de una obra que sentían como suya»"

Completa la muestra una selección de obra gráfica, "en la que yo mismo fui su grabador", recordó su hijo Ignacio, quien contó otra anécdota:"Cuando le decían ¡qué bella obra! siempre contestaba, ‘nada más lejos de lo que buscaba’,  buscaba las imperfecciones, que se vieran los martillazos, para que fuera lo más parecido posible a lo que sale de la fundición".

Acudió mucha gente a la inauguración, no pudo estar la consejera en el Pleno del Estado de la Región. Al salir escuchan a un obrero que les cuenta cómo Chillida les explicaba que todas las obras significan algo: "Tu oyes hablar a un japonés y no entiendes  nada, pero él sí está diciendo algo".
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