'El Sevilla': "En el teatro me siento como un recién nacido"

El líder de Mojinos Escozíos ha encontrado la segunda juventud no en la música sino en el teatro, donde lleva triunfando con la obra de humor absurdo ‘Reflexiones del Hombre Lengua’, que este miércoles regresa al Auditorio

Joaquín Revuelta
21/06/2017
 Actualizado a 18/09/2019
El Sevilla en su caracterización de Sócrates con ademanes del célebre personaje shakesperiano.
El Sevilla en su caracterización de Sócrates con ademanes del célebre personaje shakesperiano.
Miguel Ángel Rodríguez ‘El Sevilla’ regresa por segunda vez al Auditorio Ciudad de León con la obra de humor unipersonal ‘Reflexiones del Hombre Lengua’ (21:00 horas con entradas a 18 euros la platea y 15 euros el anfiteatro) y lo hace con un espectáculo mucho más rodado como resultado de las más de 150 representaciones realizadas a lo largo de tres temporadas.

- ¿Cómo fue aquella primera experiencia en León con ‘Reflexiones del Hombre Lengua’, un montaje que entonces no tenía el rodaje que tiene ahora después de tres temporadas?
- La verdad que muy bien. Al menos habría quinientas personas y recuerdo que la gente salió bastante contenta. La encuesta que hago es muy fácil y muy concreta. Me voy a la puerta a decirle a la gente adiós y ahí es donde se nota si le ha gustado o no. En aquella ocasión el público salía bastante satisfecho y ahora regreso con un espectáculo bastante más rodado. Los sitios a los que acudo por segunda vez vienen los mismos más sus amigos, porque el boca a oreja aquí es tremendo.

- Entonces era la primera temporada, ahora va a cerrar la tercera y ya anuncia la cuarta. ¿De qué manera ha ido evolucionando un espectáculo que tengo entendido se aleja del monólogo al uso para jugar en mayor medida con el lenguaje teatral?
- Existe una diferencia muy grande porque en nuestro caso hay un trabajo de dirección artística. Es realidad es una compañía con un solo actor, cómico en esta ocasión, y un director artístico viene a revisar la obra hasta en cinco o seis ocasiones cada temporada. De esta manera se ha ido quitando la paja, como se dice en nuestro argot, se han ido puliendo algunos aspectos de la función hasta dejarla redonda. En este sentido no tiene nada que ver con los shows de ‘El club de la comedia’. El comentario más bonito que la gente hace cuando sale de ver la función es que se trata de algo diferente que no habían visto antes en un auditorio. La fórmula de ‘El club de la comedia’ ha absorbido completamente lo que es un monólogo de teatro.De hecho no tenemos ningún reparo en hablar de monólogo pero sí que es verdad que el término lo ha capitalizado lo que es ese tipo de monólogo. Por eso insistimos en que ‘Reflexiones delHombre Lengua’ es una obra de teatro realizada por un actor cómico.

- ¿Quiere esto decir que la obra no incorpora elementos de la actualidad política o social?
- Para nada. Cuando empecé con esto llevaba diecisiete años en el mundo del espectáculo. El idioma es el mismo para que me entiendas, no es recomendada para menores, pero sí es un absurdo absoluto. Podemos resumirlo diciendo que el protagonista es un loco que se cree Sócrates y que la gente que va a verlo son sus discípulos.Utiliza la misma forma de adoctrinar a esos discípulos que utilizaba el maestro, que era no llegando a la conclusión de la pregunta que realmente le estaba haciendo. Entonces se convierte en una locura, en una especie de terapia de grupo donde el público tiene que participar sí o sí con ese loco que se cree Sócrates y acaba tan loco como el que está sobre el escenario al creerse que son los discípulos de Sócrates. La finalidad de la obra es esa, conducir al público a esa situación límite. Y lo que hacemos son reflexiones totalmente absurdas. No hay un solo chiste en la función sino un cúmulo de sin sentido. Empiezas a contar que Unamuno era uno y por esa regla de tres Benito Pérez Galdós tendría que ser dos pero era uno, y Ortega y Gasset era uno... Cuando llevas diez minutos haciendo ese tipo de reflexiones a la gente ya la tienes donde quieres.

- Por lo que me cuenta, parece una obra impregnada de ese humor absurdo que popularizó Groucho Marx.
- Por supuesto, en lo que es el juego de palabras. Pero también te diré que la función tiene un ritmo diferente.

- ¿Por qué Sócrates y no otro personaje de la historia?
- La idea de Sócrates surge de mi tercer libro ‘El hombre que hablaba con las ranas’. En ese libro quería ser filósofo y al final no lo consigo. Del filósofo griego me gustaba su forma de utilizar la mayéutica, con la que puedes jugar utilizando la regla de tres. Pero después me agarro a una teoría de Aristóteles que decía: ‘el camino más directo hacia la felicidad es el de la sabiduría’. Lo que he pretendido es no defraudar por un lado a la gente que me ha seguido durante dos décadas con Mojinos Escozíos ni tampoco a la gente que le gusta el teatro. Mi mejor recuerdo de León con la primera actuación es que el público lo tomó como lo que realmente es, teatro de humor.

- ¿Necesita moverse en tantos frentes aparentemente distintos pero con el humor como eje vertebrador?
- No es que tenga la necesidad de... Por suerte me puedo dedicar al humor en diferentes campos y en este me siento muy cómodo, no así en el cine. Respecto a la literatura siempre reconocí que no soy un escritor sino más bien un comunicador. Pero en el teatro, donde llevo tan solo tres años, me siento como que estoy empezando, algo que ya no reconozco en el caso de Mojinos Escozíos. No sé cuando va a terminar y ojalá que dure muchos años más, pero la realidad es que no me siento joven con el grupo. Sin embargo, con el teatro me siento como un recién nacido, como un niño.
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