El primer día del resto de sus vidas

El Reino de León vibró y celebró como nunca antes una alegría que, como si de una obligación se tratara, llegó con todo el sufrimiento del mundo

J. A.
15/05/2017
 Actualizado a 31/08/2019
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Hay momentos en las vidas de las personas que suponen todo un punto de inflexión. Tener un hijo, encontrar un trabajo, celebrar por primera vez algo con tu equipo...
Porque este domingo el Reino de León conoció una sensación nueva para las decenas de miles de aficionados que poblaron sus gradas. Nunca jamás había vibrado y apoyado el estadio en sus 16 años de historia como lo hizo ayer con un equipo que está empeñado en romper mil y una maldiciones del pasado.

Era un día para hacer historia, para olvidar fantasmas y escribir un punto y seguido en la historia del club. De hacer disfrutar a una afición que prácticamente no sabe lo que es ganar, vio a su equipo muerto y en el pasado más reciente solo ha podido celebrar un ascenso a Segunda División B.

Es por eso que era el día perfecto para homenajear a uno de esos aficionados que representan a la perfección lo que es el amor por la Cultural. Uno de esos que no hace demasiado ruido, que quizás no anima con la garganta de los jóvenes pero que pase lo que pase no deja a su equipo de lado. Pedro Lazo sabe que sus fines de semana son para su equipo, juegue en León y tenga que hacer el viaje ‘fácil’ desde Sahagún o juegue en un pequeño pueblo de Navarra y le toque echar alguna hora más. Es por eso que cuando los motivos de salud le han apartado de poder ver a su Cultural, más que por él ha sufrido por no poder ser testigo de algo que no ha podido ver antes a pesar de no poder contar ya sus temporadas como abonado.

La Cultural eligió el mejor día para homenajear a Pedro Lazo, uno de esos aficionados que son el mejor activo del clubPara un Pedro emocionado fue el homenaje del club y también parece que el del equipo, que a pesar de firmar un encuentro que debía haber sido suficiente para vencer cómodamente al descanso, hizo sufrir a su parroquia hasta el final en algo que parece ir ligado irremediablemente al ADN del club.

Una razón para que el viejo aficionado culturalista no quisiera saber nada de la ola que recorrió el estadio nada más iniciarse la segunda parte. «Esto es la Cultural, algo malo tendrá que pasar». Y esta vez tuvo forma de tarjeta roja.

Porque este equipo está condenado a sufrir para poder celebrar y es por eso que cuando eso ocurre, se disfruta aún más. Para muestra un botón, la explosión de júbilo tras un pitido final que parecía no llegar jamás. Pero la fe es ciega en un grupo de currantes que ha logrado en menos de un año recuperar lo que otros tiempo atrás destruyeron en muchos más.

Porque León y la Cultural son más que nunca una sola. El himno pudo resonar más, cierto es, pero los niños de las Aulas Corales lo entonaron desde lo más profundo de su sentimiento. Una generación incubada por este equipo, que luce con orgullo la camiseta con el león rampante en el pecho y conocen a una Cultural ganadora lejos de la que han sufrido sus padres, tíos y abuelos. Algo impensable hace poco tiempo y que escribe el primer párrafo de un nuevo capítulo que perfectamente se puede titular ‘el primer día del resto de sus vidas’. Lo mejor está por llegar. Pase lo que pase, pero tanto malo tiene que tener algo muy muy bueno. Seguro. Prepárense a vivirlo.
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