El cartel de todas las fiestas

23/06/2017
 Actualizado a 11/09/2019
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Pueden aparecer las novedades que quieras, pueden incorporarse las nuevas y viejas tecnologías, pueden las orquestas traer unos camiones que no dan vuelta en la plaza sin tirar la iglesia... pero las fiestas siguen anunciando su llegada y su presencia por los viejos códigos de siempre, con las mismas imágenes de siempre, con sus mismas tradiciones.

La fiesta realmente la anuncian los de los caballitos y los coches de choque cuando llegan una semana antes y comienzan a tirar hierros y barras por el suelo en un ordenado amasijo que parece que nunca se acabará convirtiendo en esa plataforma que gira y gira, con sus caballos; una estampa incompleta sin la cara feliz de una niña a lomos del caballo de madera, que saluda a su madre cuando pasa ante ella, en cada vuelta.

Las planchas que pronto serán coches de choque se sabe bien dónde están, allí donde el ruido de los hierros se mezcla con la música al máximo volumen de Los Chichos, los Chunguitos, Azúcar Moreno y parientes cercanos. Nunca olvidaré a un paisano que le decía a su hijo al pasar ante ellos: «Pues aquí es donde aprendimos música los de mi generación».

No será buena fiesta si no hay cohetes y chavales corriendo para recoger las varillas y lucirlas durante toda la noche.

Pero la fiesta es fiesta cuando llega el paisano y coloca al sol la bandeja de manzanas cubiertas de reluciente caramelo rojo. Ahora sí, ya es fiesta.
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