El aplauso eterno por la dignidad de los represaliados

La familia de Vicenta López y Jesús Camuñas, asesinados en 1948 recogió sus restos, en un acto de homenaje a todos los muertos en el conflicto

Mar Iglesias
06/08/2016
 Actualizado a 01/09/2019
Un largo aplauso recibió los restos de Vicenta y Jesús.| MAR IGLESIAS
Un largo aplauso recibió los restos de Vicenta y Jesús.| MAR IGLESIAS
«A tiros os mataron, dejándonos en la más triste soledad» es parte del epitafio que se leerá en las tumbas de Vicenta López y de su hijo, Jesús Camuñas, asesinados en 1948 acusados de haber albergado en su casa de Castiñeiras, en Balboa, a antifranquistas que habían matado a un agente. Desde  entonces, la hija y hermana de Vicenta y Jesús, Milagros Camuñas, no ha dejado de escribir cartas a su madre ni de mirar a la luna cada noche «sé que la luna tiene ojos, los de mi madre».

Así ha pasado 68 años, sin saber dónde estaban los cadáveres de sus familiares y visitando Villafranca desde su Badalona de acogida entre lágrimas «pidiéndole a mamá que me dijera donde estaba». Lo hizo hace dos años, susurrándoselo a los miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), a los que Milagros no deja de agradecer ese momento de «conseguir un sueño que he tenido muchas veces, volver a ver a mi madre», decía frente a los restos que entraron ceremonialmente en el Teatro de Villafranca antes de irse con ella para, después, reposar en el cementerio, muy cerca del pasillo en el que fueron desenterrados en noviembre. Con el arrope de su hija Pilar, de sus nietos y primos, Milagros reconocía que «me gustaría que este día no acabara».

Era el homenaje de Vicenta y de Jesús, pero también de todos los represaliados de la Guerra Civil, que golpeó con dureza Villafranca, recuerda el presidente de la ARMH, Emilio Silva. Milagros comparte con Silva, el asesinato de un familiar. El abuelo de Silva entró en el Ayuntamiento de Villafranca un 16 de octubre de 1936 para salir en camioneta hacia Priaranza donde, con otros 14, fue fusilado y enterrado en una fosa común cuya exhumación inició la actividad de la agrupación y que sigue siendo ejemplo de los misterios que se esconden detrás de los represaliados «uno de los cuerpos de aquella fosa faltaba cuando la exhumamos. Se cree que la familia lo desenterró a los pocos días de su asesinato, pero nunca hemos sabido nada. Son las heridas que considera que siguen intentando descubrirse, como las que supuran en los casi 60 casos de represaliados que se listan en Villafranca, algunos de ellos, fallecidos en campos de concentración alemanes, como el tío de Milagros. Para Silva, este acto de entrega de los restos supone «la muerte del miedo y del silencio» que el recuerda en los primeros años de búsqueda y que considera que se reconcilian ahora con la realidad, al darse la mano distintas siglas políticas.Los familiares del alcalde villafranquino asesinado, Antonio Gabelas, el presidente del Consejo Comarcal, Gerardo Álvarez Courel y el equipo de gobierno de Villafranca, además del poeta local, Juan Carlos Mestre, se fundieron con los familiares en un largo aplauso a la entrada de los restos de los dos represaliados en el Teatro.

El alcalde de la localidad, José Manuel Pereira reconocía que era un momento de «sentimientos encontrados», con el dolor por dos muertes y la alegría de encontrarlos que se deja ver en el final del poema con el que Milagros quiere inmortalizar la despedida de su madre y de su hermano «feliz porque estaremos con vosotros en el más allá», concluye el epitafio.
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