Del reguero de ciclistas al parking gigante y el caballito que desató la gran ovación

Contracrónica / Valverde y Contador fueron los más aclamados en las pintadas y los ánimos de los miles de leoneses que coparon desde la mañana las rampas de La Camperona

Jesús Coca Aguilera
28/08/2016
 Actualizado a 12/09/2019
Los espectadores, subiendo a La Camperona. | DANIEL MARTIN
Los espectadores, subiendo a La Camperona. | DANIEL MARTIN
León se volcó un año más con la Vuelta a España. El tiempo acompañó, el cartel de la prueba también lo hacía y el resultado fue que miles de leoneses coparon desde la mañana las durísimas rampas de La Camperona.

Fue un goteo constante de gente que dejó estampas y anécdotas para todos los gustos. Para empezar, el reguero de ciclistas presente desde mucho antes de que llegara el pelotón profesional. Porque la mayoría de seguidores optó por el coche, pero fueron muchísimos los que se atrevieron con la bicicleta y copaban los arcenes de las carreteras rumbo a Sotillos en las horas previas.

Pero, si la mayoría iban motorizados y la cifra de espectadores superaba los 10.000, en algún sitio tenían que dejar sus vehículos. Y, más allá de que no había ni un centímetro de arcén sin un coche aparcado, fue en el parking gigante que elAyuntamiento preparó en la explanada de cielos abiertos que está justo al lado del inicio de la subida.

Gracias a la gran labor de los voluntarios presentes allí, muchísimos coches pudieron aparcar ‘tirando de escuadra y cartabón’ para ubicar al máximo número posible. Las imágenes desde arriba asustaban. Y permitían imaginar lo que iba a ser eso cuando todos quisieran irse a la vez. A nadie le pillaría por sorpresa que para salir hubiera que armarse de paciencia y contar con más de media hora para recorrer 100 metros.

Pero, una vez llegados a Sotillos y aparcados, tocaba tirar hacia arriba. A 3 kilómetros de meta empezaba lo bueno. Y justo ahí, antes de llegar a las rampas, estaba ubicada la zona de la Vuelta para los juegos de los más pequeños, y también los de comida y bebida que hicieron ‘el agosto’ con la masiva afluencia de gente.

Toda ayuda y fuerza era poca para comenzar la subida. Más con el tremendo calor que hacía, que provocaba que fuera una constante ver gente echándose crema del sol... y que aquellos incautos a los que ése detalle se les olvidara vayan a estar hoy más rojos de lo normal, sobre todo si no pillaron una de las codiciadas zonas de sombra.

Con ‘escuadra y cartabón’ se metieron cientos de coches en el improvisado parking... con el previsible atasco para salir Y es que, a medida que ibas subiendo, iba habiendo más gente. La zona de la izquierda, con sombra y valla protectora; la de la derecha, al sol pero sin nada que impidiera echarse encima de los ciclistas. Allá la elección de cada uno.

Pero, desde que la mayoría llegó hasta que lo hizo el pelotón, había horas por delante. Y para ‘matar el tiempo’ se veían actividades para todos los gustos. Desde los que se sentaron a jugar las cartas, a los que llevaban su ‘neverita’ y sillas, los que hacían corrillo de tertulia o el ya clásico personaje de las grandes Vueltas que acude con su gorro de diablo y su monociclo y acaba haciéndose casi las mismas fotos con los niños que los mismos ciclistas.

Claro, que si pensabas hacer pintada en la carretera, también te llevaba tiempo. Muchísimas hubo, con Valverde y Contador como los más citados, si bien también se veían los nombres de otros muchos ciclistas o incluso los de aquellos que vieron como una buena idea poner los suyos propios, el de su pueblo o incluso un ¡Aupa Cultu! (qué demonios, el día lo merecía) o el de una charanga a la que sólo le faltaba haber puesto al lado el teléfono para contrataciones.

Pero sí, si había dos ciclistas que centraban la atención por encima del resto, eran el murciano y el pinteño del Movistar y el Tinkoff. Nada nuevo bajo el sol. Ellos fueron los más aclamados en la espera y el paso del pelotón. La conversación de un padre con sus hijos mientras subían La Camperona era clarificadora:

- ¿A quién vais a animar más?
- ¡AValverde!, respondió uno.
- ¡A Contador!, dijo el otro.

Vaya, que sea cual sea la edad, el debate principal parece el mismo que en cualquier grupo de amigos hablando de ciclismo.

La Guardia Civil, colocada cada pocos metros de la subida, impedía que los aficionados molestaran a los ciclistas Pero en realidad, en los segundos que tardan en pasar los ciclistas, los gritos son parecidos para los primeros y los últimos. Con la Guardia Civil colocada cada pocos metros para impedir que el tonto de turno empujara o corriera al lado de los ciclistas, el cerco se cerraba sobre los corredores y se iba abriendo para dejarles pasar como si de un puerto del Tour se tratase.

Unos agradecían las botellas de agua que les ofrecían para echárselas por encima o pedían directamente que se las echaran ellos. Otros, sobre todo al final, agradecían los empujones que los de delante detestan. Pero quedaba por entrar el que se llevó la mayor ovación.

Ya casi al final, aparecía el dorsal 34 del BMC. El luxemburgués Jean-Pierre Drucker. Iba solo. Pero la gente se cerró sobre él en la dura rampa justo antes de la pancarta de 2 kilómetros como si de uno de los ‘cocos’ se tratase. Y el quiso agradecerlo dando espectáculo y, de repente, se marcó un ‘caballito’ a lo Sagan. Pueden ustedes imaginarse la ovación...
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