De "sí" a "sin" va un mundo

08/02/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Siempre taparán todo aquello que impida que el resultado final de cualquier escrito, de cualquier pregunta, sea «sí».

Fíjate la diferencia, «sí» es tenerlo todo, abrir la ventana de los sueños. «Sin» es no tener nada, es la ausencia. Y el chaval, ningún chaval, la quiere. Ellos viven en el «sí».

Haz una prueba. Lleva a un chaval a jugar un partido, de cualquier deporte, y después, de regreso a casa, pregúntale por aquellas jugadas en las que participó. Comprobarás que hay la misma diferencia entre lo que acabas de ver y las jugadas tal y como el chaval las sonó que entre lo que pone el programa electoral de cualquier partido que quiere tu voto y lo que hace cualquier partido que recibió tu voto. (Tal vez en esta ocasión me pasé con la comparación).

Para el chaval todo es posible y en caso de que se complique pues se sube encima del balón, que es como subirse encima del mundo. Y no se apea, por más que su madre avise de «verás cómo te caes». Y se cae. ¿Y qué? Qué más da que se caiga si se sabe levantar.

Bueno es que sean así. Bastante lleno está el mundo que te rodea de gafes manzanillo que a nada le ven futuro, que te despiertan de todos los sueños, que cuando no les falta el pan les viene a faltar el hambre.

No en vano somos de una tierra en la que para decir «no» realmente decimos «sí», para rápidamente completar la expresión a «sí, por los cojones».
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