De la Marcha Negra (1992), a la negra marcha (2017)

La I Marcha Negra, el gran mito de la lucha minera, cumple 25 años, justo cuando en el mismo lugar (Villablino) se está librando otra batalla mucho más triste, la de la muerte del carbón

Fulgencio Fernández
12/03/2017
 Actualizado a 19/09/2019
No pasaba un camión o coche que no hiciera sonar el claxon para darle ánimos a aquellos quinientos mineros de la famosa Marcha Negra. | MAURICIO PEÑA
No pasaba un camión o coche que no hiciera sonar el claxon para darle ánimos a aquellos quinientos mineros de la famosa Marcha Negra. | MAURICIO PEÑA
El calendario es muy caprichoso y cuando el jueves se reunían en Villablino más de veinte alcaldes y autoridades con excesivo olor a funeral se cumplían también 25 años justos de los primeros pasos de 500 mineros lacianiegos sobre Madrid para exigir que no se cerraran pozos en la MSP, que hubiera futuro para el carbón.

La mirada de la hemeroteca tiene hoy una cita ineludible, la Marcha Negra, sus 25 años, pero a nadie se le oculta que es una cita con nostalgia triste, aquello fue bello, el presente no. «De La Marcha Negra a la negra marcha» me dice Pepe el de Caboalles, uno de los que hizo el recorrido en 1992 y que el jueves no «estaba de humor» ni para acercarse. Y añade un ejemplo: «¿Te acuerdas que la marcha arrancó después de una tremenda refriega en el puente, que nos dio la guardia civil como para el zorro? Pues hoy la guardia civil está protegiendo a los camiones, parándolos para que no entren hasta que no se acaba la concentración».

No le falta razón y es bueno el titular que nos regala.

Este viernes estaba en Veguellina una leonesa singular, la médico solidariaManuela Cabero. Estuvo en Sierra Leona en la crisis del ébola, lleva años en los campos de refugiados de Grecia, antes en Kosovo y para argumentar que el momento actual es el peor explica: «Los que están hoy en Grecia han perdido la esperanza, nada les mueve ni les motiva, han aparecido las depresiones... No tener futuro es la peor de las enfermedades». Tres horas después de hablar con ella estaba viendo en la plaza de Villablino menos de 200 personas concentradas para protestar por el uso delcarbón importado que allí se definió como «el carbón de la esclavitud». Lidia, periodista lacianiega, reflexiona: «¿Puede estar sana una sociedad que trafica con un carbón arrancado por niños o mineros que mueren como perros? Peor que aquí hace casi un siglo». Hablabas con la gente que estaba y no había ningún entusiasmo en la batalla (y eso que son los que acudieron) y mucho descreimiento. Era inevitable pensar en el diagnóstico de la doctora Cabero. XXV aniversarioEl jueves Guillermo Murias andaba a las cosas de su oficio actual de ganadero, hace 25 años era uno de los encerrados en el pozo; Ovidio, el cura que hacía de enfermero y trabajos de mantenimiento en la Marcha ni sabía que había una concentración en Villablino; Aurelio El Ferreiro, ex minero, tocaba la acordeón para echar el día; la manifestación contra la educación concentró a más gente que la de la minería; los alcaldes reunidos para buscar un futuro miraban hacía la placa de la Plaza Luis Mateo para ver si el académico les regalaba palabras de esperanza que pudieran decir a la prensa pues ellos no las tenían; y fuera de cámara un alcalde de uno de los municipios afectados daba un diagnóstico curioso a la pregunta de «¿qué va a salir de estas reuniones?».- ¿La verdad? Otros cien prejubilados que vayan a gastar la paga en Torremolinos o por ahí. Y se acabó. Nada que ver con el clima de hace 25 años, curiosamente también con preciosos días de sol para caminar, (aunque el cielo envió un día de perros, con ventisca y nieve) el día que salieron los encerrados, lo que no impidió que acudieran más de mil personas a arroparles en aquella dura noche, pues los médicos aconsejaron que esperaran a que no hubiera luz, que sería muy dañina para quienes llevaban más de 50 días sin verla, en las entrañas de un pozo. Con Murias —elegido como ejemplo porque con el tiempo fue alcalde y tal vez el más conocido popularmente— estaban en medio de aquella humedad Manuel Lastra, Luciano Leiguarda, Alfredo García, Adolfo Bernardo, José Luis Lago, Enrique Pancorbo y José Manuel Bruzos. Los han reunido para alguna foto y participarán en algún acto conmemorativo pero su falta de esperanza es muy similar a la de tantos lacianiegos en estos días duros.

La presencia de los encerrados en la marcha era permanente, también las referencias a ellos. La Crónica publicaba todos los días su foto con un pie que recordaba los días que llevaban encerrados...

Y la Marcha Negra tomó camino hacía Madrid. La despedida en Villablino es un contraste cruel con las recientes imágenes. Tenían miedo en la marcha a salir de Laciana y El Bierzo y cada día había más gente. Tenían miedo a salir de León y Valladolid les brindó uno de los recibimientos más multitudinariosy cariñosos. Madrid fue la apoteosis, menos por el ministro Aranzadi. Ni un camión pasaba sin pitar y animar. Luis del Olmo convirtió su Protagonistas en la emisora de la Marcha. El recordado Julio Fuentes dejó crónicas preciosas. ¡Qué tiempos!
Archivado en
Lo más leído