"Creerse de vuelta es terrible"

David Rubio, periodista y escritor, acaba de publicar en Camparredonda un nuevo libro de relatos, ‘Los cuatro palos del tiempo’, 48 relatos que llevan el título de una carta de la baraja pues se pueden barajar y leer en cualquier orden

Fulgencio Fernández
29/03/2015
 Actualizado a 16/09/2019
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Ya hace muchos años llegó por la redacción de la vieja La Crónica un chaval de 17 años que había ganado el premio de relatos cortos de Alfaguara que, además, jugaba de defensa central en los juveniles de la Cultural.

Parecía lógico pensar, cosas de periodistas, que querría ser más Butragueño que Julio Llamazares y nos sorprendió, ni una cosa ni otra, quería ser David Rubio, que así se llamaba.

- No creo que tenga futuro en el fútbol, juego de central porque soy grande y tal, pero no soy un virtuoso...

- ¿Inspirarme para el cuento? No, en nadie, me gusta leer pero el relato está basado en la memoria de mi madre, en escuchar sus historias de maestra rural...

Escuchar y contar, a eso le llaman literatura y periodismo. Olvidó el fútbol para ir a la Universidad, no olvidó la literatura y se decantó por el periodismo. No parece que le vaya mal, es el director de este periódico. Y escribe. Y sigue haciendo literatura, con todo, incluso la hizo con la lucha leonesa en ‘El aplauso de los chopos’ o los estudiantes Erasmus en ‘La fuerza de los días’, entre otros. Y ahora —a medias con Camparredonda que lo edita como suele hacer Gregorio F. Castañón— nos regala un curioso volumen, ‘Los cuatro palos del tiempo’.

Todas empiezan con el parte del tiempo, una metáfora sobre el azar de los días, lo ya vivido "Son48 capítulos;cada uno de ellos lleva el título de una carta de la baraja y todos arrancan con el pronóstico meteorológico de la televisión. Son pequeñas historias, algunas de ellas relacionadas entre sí, otras no, que se podrían barajar y leer en cualquier orden porque trata de ser una metáfora sobre el azar de los días, sobre los días repetidos que tienes la sensación de que ya los has vivido. Las historias transcurren en un bar de emigrantes españoles no retornados, cada uno por un motivo distinto, que juegan incansablemente a las cartas".

David Rubio es un periodista y escritor que cimenta ambas pasiones en otra mayor, la de lector. Siempre está metiendo historias en la quijotera y le da muchas vueltas a cómo batirlas. En el origen de este libro hay varias lecturas, reflexiones y personajes a los que admira, como Luis Mateo Diez o ‘su tío’ Miguel Yuma, autor de una preciosa y descatalogada guía de los Ancares, la tierra en la que vive. "En el prólogo de este libro Luis Mateo escribe que ‘El viaje es un estado del espíritu en el que impera la capacidad de sorpresa. Esa frase me hizo pensar mucho, no sólo sobre los viajes, sino sobre la vida en general y la literatura en particular. Y el periodismo. Creo que una de las mayores desgracias que le pueden ocurrir a una persona es que pierda la capacidad de sorpresa, que se crea de vuelta de todo, que nada le haga abrir los ojos como platos, que le aterrice una nave espacial delante y se dé la vuelta con actitud de que eso ya lo había visto antes".

Una forma de estar que en el periodismo se sufre mucho, siempre aparecealguien que ante un reportaje llamativo comenta que "eso ya lo había publicado yo hace años". Rubio se revela frente a esta actitud pues "una de las peores cosas que te puede pasar como periodista, una de las más peligrosas y también una de las más comunes (al menos en el caso de un periodista de provincias que asiste a una actualidad cíclica, que parece atrapado en el tiempo o en ‘El día de la marmota’), es perder la capacidad de sorpresa. Es el principio básico del periodista y deberían enseñarlo en las facultades en vez de los tochos de Martínez Albertos. Por eso, más que una mirada lúcida, más que una mirada desde la experiencia, que obviamente también resultan necesarias, en esta profesión casi siempre es más eficaz una mirada fresca y sensible que te permita contar lo mismo desde una perspectiva distinta".

En el otro lado de la vida habitan los protagonistas de su libro, ellos ya han perdido la capacidad de sorpresa, sólo esquivan los embites del destino jugando a las cartas, "a unas cartas que barajan una y otra vez para superar la rutina de sus días, los mismos contra los mismos, en el mismo bar, en la misma mesa, haciendo a menudo los mismos comentarios, hasta que parece que ya han agotado todas las posibles combinaciones de los naipes".

En la literatura juega con personajes de vuelta, aquellos a los que nada sorprende ni lo esperan, en el periodismo le obsesiona lo contrario, combatir la rutina. "Mantener la ilusión por las cosas aparentemente intrascendentes, es una de mis obsesiones. Y no sé de qué escribirán los demás, pero yo suelo escribir de lo que me obsesiona, de lo que más siento. Es lo que me sale y creo que de lo que más se siente es de lo que mejor se escribe. Por eso, personalmente, encuentro más literatura en un verso de Gamoneda que en 600 páginas de Reverte".

Una de las mayores desgracias que puedes sufrir es perder la capacidad de sorpresa ‘Los cuatro palos del tiempo’ es, además, un libro que nos permite conocer y seguir las obsesiones de su autor, una vez descubierto que escribe de lo que le obsesiona. Vencer la rutina sería una, pero también una forma curiosa de vencerla, descifrando los lenguajes ocultos que nos rodean. "Me producen admiración los lenguajes ocultos, pensar cómo puedes estar asistiendo a un acontecimiento histórico y no enterarte de nada si no te lo cuenta nadie. En este caso, ese lenguaje hace referencia a las cartas, y no sólo es un lenguaje verbal sino también un lenguaje de gestos, de posturas, de miradas, de gafes… Pero me fascinan los lenguajes ocultos, los que necesitan de una introducción o de una traducción. Es algo que pasa en los toros, en la lucha leonesa, incluso a mí, ahora, me está pasando con la política, que es también un lenguaje oculto y, por lo que se ve, cada vez más incomprensible para el común de los mortales". Lo que no aclara es si conocer ese lenguaje oculto le ayuda a quererla o a denostarla, ni se lo preguntamos, forma parte del lenguaje oculto. Miren su cara como él miraba a los luchadores cuando amasaba ‘El aplauso de los chopos’.

Y su tercera obsesión, o pasión, son las migraciones. Ya estaban en el libro de los Erasmus, en algún relato de verano y ahora en su nueva obra. "Son una parte sustancial del ser humano ya que no sólo afectan al que emigra sino también al que se queda, incluso al propio paisaje, en todas las culturas, en todos los países, en todos los continentes".

Ya son muchas claves para leer ‘Los cuatro palos del tiempo’, que ya está a la venta y se presentará el próximo día 15, pero la mejor clave es leerlo, que es lo que pide la literatura.Y después de hacerlo es muy lícito que mantenga las tesis contrarias, pero con una condición, que éstas sorprendan, como lo harán la de Yuma o Tacho Getino.
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