Y uno muy fino, callado, un tipo entrañable y capaz de todo: Ángel Vega. Ganó algún corro, se ganó el cariño de la afición, daba las mañas como con vaselina, suave en los modos, eficaz… Pero poco a poco fue desapareciendo de los corros, lesiones, estudios, tiempo en el extranjero…
A su sombra iba apareciendo su hermano pequeño, Moisés. Más callado aún, pero sólo en eso se parecía a Ángel, en los silencios. En el corro era otra cosa, es una fuerza de la naturaleza y cada día más. Era fuerte y se fue convirtiendo en una roca. Cuando se agacha monta un fortín inexpugnable, cuando mete la cadera y después pega un tirón permanecer en pie es una tarea muy complicada, y si se ayuda con una dedilla, garabito... basta con mirar la cara de sus rivales para entenderlo.
En 2013 se las tuvo muy tiesas con el gran Héctor El Divino, siendo subcampeón al final, y a partir de ahí la categoría de medios ha sido suya. Tres ligas consecutivas para este chaval de solo 25 años y da la impresión de que para seguir, entra en el peso, aunque tiene problemas al principio de temporada, pero va sobrado. Ayer se proclamó campeón y ha faltado a varios corros.
Le decían a Moisés que podía ser campeón ayer y él insistía:«Todavía no». Nunca vende la piel del oso antes de cazarlo. Le tocó medirse al campeón de ayer, Unai del Campo, y al de Lillo le recordaban la leyenda de que «no es buena cosa medirse a Moisés al día siguiente de derrotarle». Unai muestra su parte optimista.
- No va a ser peor que el año pasado, que me tuvo media hora en la camilla de la ambulancia de un golpe en la cabeza.
- No me acuerdo; dice Moisés con una media sonrisa cuando desde atrás matizan:«Habrá mandado a tantos a la camilla».
No hubo camilla pero sí ganó sin contemplaciones, para verse en semifinales con la sorpresa positiva de ayer,Albertuco, el hermano de Tomasuco, que ha aparecido por los corros en esta recta final y ya demostró que es de la raza de los Uco, sobre todo en cuartos contra un Gasi al que dio «por lo menos tres caídas», decían en su grupo. Pero nada pudo hacer ante un Moisés que había puesto claramente el título en el punto de mira.
Y en la final, para que fuera el día de la fabricona, le esperaba su paisano Alberto Marquiegui, aunque ahora lucha por Crémenes. Lo intentó todo el racial Marqui, al que le está costando trabajo ser el mismo después de un año en blanco, pero nada. «Hasta me volví a agarrar una vez que me solté, pero ni así, ¡cómo está este tío!».
No le falta razón. Sigue inamovible en lo alto del cajón y ayer hasta tuvo un gesto de alegría, apretando el puño, al sumar su tercera Liga consecutiva.
Una mirada furtiva a la zona de la grada donde están los suyos. Una mirada al cielo. Una sonrisa al biés, muy suya, pues el título no tiene vuelta atrás.
- ¿Ahora ya sí?
- Venga, vale, ahora sí.
Caberín no tira la toalla
Pesados es el peso en el que más se juegan todos. La igualdad en cabeza es terrible y el que viene con más desventaja, Caberín, es con mucho el más fuerte. Se notó la tensión en un Bulnes-El Oso con mucho en juego, en el que se adelantó el riañés y El Oso, después de parecer «muerto del todo»ganó sobre la bocina después de pasar por el taller del doctor Martín. Hubo polémica, Bulnes creía que se soltó después de sonar la bocina...Yen la final ganó Caberín, que no se rinde. Ojo, que el protagonismo de hoy está en pesados.
Por suerte la lucha deportiva nos deja sinespacio para el triste episodio entre Jesús Quiñones y El Tigre, aunque el de Santo Domingo ‘no empezó’.