Antonio Merayo: "Pablo Gago no fue bien tratado en su tierra"

León salda en parte la deuda que tenía pendiente con uno de sus artistas más relevantes a través de la exposición que ya puede visitarse en el Auditorio Ciudad de León hasta el próximo 29 de junio

Joaquín Revuelta
15/06/2017
 Actualizado a 16/09/2019
Antonio Merayo y Marcelino Cuevas junto a otros visitantes de la exposición, el pasado viernes en el Auditorio Ciudad de León. | DANIEL MARTÍN
Antonio Merayo y Marcelino Cuevas junto a otros visitantes de la exposición, el pasado viernes en el Auditorio Ciudad de León. | DANIEL MARTÍN
Precursor del arte abstracto en España, el leonés Pablo Gago Montilla (1926-2016) es objeto de una exposición comisariada por Marcelino Cuevas y coordinada por Antonio Merayo, que reúne en las dos salas expositivas del Auditorio Ciudad de León hasta el próximo 29 de junio algo más de medio centenar de obras pertenecientes al periodo comprendido entre 1943 y 1966 y que llegan al público bajo el título genérico de ‘Espacios creativos’.

Sobre la elección de un periodo concreto de la ingente obra del artista leonés que abarca 25.000 cuadros, Antonio Merayo, coordinador de la muestra, afirma que «este periodo es muy representativo de la obra de Gago porque se anticipa no solo a otros pintores españoles sino al mismísimo Pollock, por ejemplo. Esto tiene un gran valor, no solo pictórico, por la materialización que consigue, sino históricamente. Pablo Gago se adelanta a casi todos los movimientos. Por limitaciones del espacio disponible en el Auditorio no se podía hacer una mixtura de todos los estilos y épocas, por lo que decidimos circunscribirnos a una época fundamental que es cuando hace su aparición el arte abstracto enEspaña, del cual Gago ha sido el indiscutible pionero», asegura Antonio Merayo, que adelanta que en ‘Espacios creativos’ se ha logrado reunir 55 pinturas, de las que cerca de 20 son de pequeño formato y el resto de un tamaño considerable.

Nacido en León en 1926, Pablo Gago trabajó como estibador nocturno en Gijón, dedicando el día al estudio y la pintura. Fascinado por el cromatismo de las vidrieras de la Catedral de León, sus primeros cuadros reflejan la viveza de esos colores. En Gijón conoce a Nicanor Piñole, Evaristo Valle o Antonio Suárez, que terminaría formando parte del grupo El Paso, relacionándose con la vanguardia de la época representada por los catalanes Dau al Set. «Pero incluso a éstos Pablo Gago se anticipa haciendo cosas que más tarde retomarían los artistas de estos dos movimientos», destaca Merayo, que considera al leonés como un «artista davinciano, porque, aparte de lo ingente de su producción pictórica, cifrada en 25.000 cuadros, y de anticiparse a casi todos los movimientos, era arquitecto, diseñó en interior del Talgo y ganó un Goya por la escenografía de la película ‘El rey de Nápoles’».

Los cuadros que se exponen hasta finales del mes de este mes de junio en el Auditorio Ciudad de León pertenecen a su hijo y a la compañera sentimental del artista durante los últimos treinta años, Teresa Peñuelas, que estuvo presente el pasado viernes en la inauguración de la exposición.

En octubre de 2015 Pablo Gago regresó a la Seo leonesa que tanto le había fascinado de niño para donar dos de sus cuadros al Museo catedralicio. Aunque la luz y los colores de las vidrieras de la Catedral ejercieron una poderosa influencia en su obra, Antonio Merayo asegura que esto fue así en su etapa inicial, «porque luego la vida se pone de color muy oscuro», asegura el coordinador de la muestra al recordar que Gago también fue un pionero en el informalismo, «una corriente pictórica que surge en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y en la que pintores de distintos países que ni siquiera se conocen pintan en negro, como reflejo de su estado de ánimo y como expresión de sus sentimientos ante una situación postbélica», destaca Merayo, que recuerda que durante un tiempo Gago estuvo pintando en los colores grises y negros del informalismo para pasar más tarde por el neofigurativismo y llegar a la última etapa de su carrera en la que, casi ciego, «seguía pintando con una viveza tremenda los paisajes de su tierra tal y como los recordaba».

Antonio Merayo no puede por menos que emocionarse cuando se le pregunta si esta exposición es una manera de hacer justicia a un artista poco reconocido en su tierra que se codeó con los más grandes, Dalí, Picasso, Calder, Tàpies, Saura, Miró... «Por supuesto, porque aquí no fue bien tratado. Desde hace tiempo se venía intentando hacer una exposición que para él hubiese sido el regalo de sus últimos años. Lo digo así, con claridad. La ignorancia y la incompetencia de quien debiera hicieron imposible que se pudiera hacer una exposición mínimamente representativa de la obra de Pablo Gago en su tierra.

El pasado lunes, con motivo de la exposición, tuvo lugar en el propio Auditorio una mesa redonda en torno a la obra de Gago en la que estuvieron presentes Marcelino Cuevas, el propio Merayo, Luis García, director de exposiciones del ILC, la doctora en Historia del Arte, Rosa Mª Olmos, y Mª Luisa Valbuena, coordinadora de exposiciones del Ayuntamiento de León. El martes habrá una performance de música y danza en torno a la obra de este gran pionero del arte en España.
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