Ahora entiendo al hojalatero

20/10/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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Hay una vieja historia, una anécdota casi de infancia, que siempre me ha gustado, tal vez porque el recuerdo del personaje que la protagonizó está vinculado a un tipo simpático, cercano, de esos que reunía a los niños a su alrededor: Juan El Hojalatero.

Recorría los pueblos con su pequeña perra Cucú, con la que compartía los bocadillos que le daban como pago a sus trabajos, se sentaba en las plazas, contaba historias al calor de un pequeño fuego con el que calentaba el estaño para arreglar cazuelas, potas o envarillar paraguas y la imaginación le llevaba por los caminos de la fantasía. Hasta palabras inventaba y dado que llevaba todas las herramientas de su oficio en un cajón, sobre el que se sentaba para estañar, cuando lo cruzabas en cualquier carretera y le preguntabas qué hacía te decía:«Cajoneando la provincia».

Narraba con gracia y cuando un avión surcaba el cielo siempre hacía el mismo comentario:«Tengo yo cojones para hacer un avión»... Guardaba unos segundos de silencio para comprobar el escepticismo y añadía:«Lo que no traje son los alicates».

Viendo la llave inglesa que Mauri encontró por esos mundos de la técnica uno entiende, nunca es tarde, la afirmación del bueno de Juan. Si con aquellos hilos de estaño dejaba las cazuelas como nuevas, no me extrañaría que hiciera un avión con unos alicates del modelo y tamaño parecido a la llave inglesa que maneja el operario de la imagen.
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