18/01/2020
 Actualizado a 18/01/2020
Guardar
No sé cómo tomarme el tener que aumentar en dos puntos la letra para el envío de correos electrónicos y haber puesto el ‘zoom’ de la pantalla para Internet al 125%. Sé lo que significa, pero no sé cómo tomármelo. Hace ya tiempo que también hago ‘zooms’ con el brazo, más rápidos que los de Valerio Lazarov, para descifrar libros y papeles y recibos de la compra.

Oportunamente, leía esta semana este verso: «Somos materia para el lento óxido». Es del poemario ‘Suavemente ribera’, de Antonio Manilla. Antonio, poeta leonés, tipo agudo, morenísimo, fumador en pipa, se empeñaba en enviarme el mismo mensaje que el zoom en la pantalla del ordenador o el del brazo. En el poema, titulado ‘Hojalata blues’, no sólo escribía eso de que estamos destinados al óxido, sino que somos «en el río del tiempo,/ una lata enterrada por las lluvias». Comprendido y anotado.

Lo único bueno que tiene el paso del tiempo es que vas cogiendo mañas. No lo llamaría sabiduría. Con suerte, empiezas a elegir mejor tus batallas y a no perder el tiempo en guerras minúsculas que o no puedes ganar o ni siquiera te interesa hacerlo. Pero nadie llega a viejo a la vez que llega a sabio, así que algo debemos de estar haciendo mal.

Es difícil venir del pasado y avanzar sin perder ripio del presente. A poco que te descuides, lo que hablan los adolescentes te puede parecer glíglico, ese lenguaje inventado por Julio Cortázar que suena a español pero no lo es. ¿Cómo lo diría?: es como si tu crush te dice algo en plan geek, te habla de algo que le parece un hype increíble y, OMG, no te enteras de nada y te dices: dios, este tío es un otaku.

Para esto, señores y señoras de la Real Academia, no hay pin parental ni lingüístico, ni falta que hace, pero no estaría mal una aplicación para el móvil, por si la comunicación se vuelve inviable y no todo se debe al salto generacional, sino a la incomprensibilidad del glíglico.

Diría también que una cosa mala del paso del tiempo es que con él llegan las columnas viejunas, como ésta, en la que sólo me ha faltado citar la ciática y a sus amigas. Al menos las rodillas todavía no han hecho crack y me acabo de comprar mis primeras zapatillas de ballet.
Lo más leído