09/12/2022
 Actualizado a 09/12/2022
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Zelensky me habla. Zelensky nos habla.

Estoy en el salón de actos del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Hoy presentan la exposición ‘En el ojo del huracán. Vanguardia ucraniana 1900-1930’. Más de 50 obras de la muestra fueron embaladas en secreto en los sótanos del National Art Museum of Ukraine en Kiev, se subieron a un camión y sortearon las bombas hace tres semanas, en uno de los días más duros de la guerra. Cuando cruzaban la frontera polaca, les cayó a 50 kilómetros el misil que mató a dos personas. Estuvieron retenidos dos días allí. Hubo una avalancha de mensajes, llamadas nocturnas y políticos despertados en plena noche. Se consiguió el permiso. El camión tardó una semana en llegar a Madrid, entró el domingo por la noche en el Museo Thyssen y depositó en sus sótanos su preciada carga. Los dos camioneros, uno mayor y otro joven, se movían con rapidez y seguridad. Qué pasaría por sus cabezas. Habían salido indemnes del horror, habían cumplido su misión con éxito. ¿Regresarían al horror?

Zelensky dice: la guerra por la libertad no debe lucharse solo con la fuerza de las armas, también con la cultura.

La sala está electrizada, con cada intervención la emoción crece. Hemos escuchado a Francesca Thyssen-Bornemisza, la mente y el corazón detrás de este proyecto. A Guillermo Solana, director del Museo Thyssen. A dos comisarias del museo ucraniano, que han llegado de Kiev –y que, supongo– volverán a Kiev. Hemos escuchado al embajador de Ucrania, emocionado. Y ahora escuchamos a Zelensky.

Son mensajes que nos llegan desde el dolor. Y que nos hablan de un país con una tradición artística y cultural riquísima. Sonia Delaunay, la célebre pintora cubista que vivió en el París de los años 20 se llamaba en realidad Sarah Shtern y era ucraniana. Malevych y El Lissitsky eran ucranianos. Irene Nemirovsky, la autora del bestseller ‘Suite Francesa’, que acabó gaseada en Auschwitz, era ucraniana. No somos conscientes de la infinidad de artistas, intelectuales, músicos o escritores ucranianos que habitan nuestros libros de historia y nuestro imaginario occidental. Porque la madre Rusia, después la Unión Soviética, y vuelta a ser Rusia de nuevo, los ha cobijado bajo su capa roja. Es un cobijo mortal, que los ha empujado durante años a la oscuridad y a la casi extinción de su origen ucraniano.

Zelensky dice: después de la oscuridad traída por los rusos habrá luz.

Y todos nos sentimos sobrecogidos porque el jefe de un país que lucha por su supervivencia nos hable de arte, de cultura, y de que cuando la guerra se acabe, volvamos a Ucrania a visitar su hermosa tierra.

Es un mensaje de amor a la cultura en medio de la desesperación. Y otra de las razones para visitar esta exposición: no solo por la belleza de las obras, si no por solidaridad hacia Ucrania. La cultura debe ganar.
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