24/04/2022
 Actualizado a 24/04/2022
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Llámese a la invasión y bombardeo ruso contra la población ucraniana: «conflicto bélico», «contienda», «guerra», «conflagración»... ; u «operación militar especial» (según este último grupo sintáctico impuesto por el gobierno ruso presidido por un mandón imperioso y omnipotente Zarputin (pütler, para los amigos). La apetencia de una guerra para masacrar a un país extranjero, destruyendo todo lo posible y sin ningún escrúpulo en llevar a la fosa, a la tortura, a la violación, al refugio, al exilio o a la miseria a millones de seres humanos, tiene una disculpa grosera o, mejor dicho, una eficaz trampa dialéctica contra la verdad. Consiste en hacer responsable al agredido falseando la causa en favor del agresor. Pues si Ucrania, a las primeras de cambio de ser atacado hubiera capitulado, el desastre material y personal se habría evitado. Por lo tanto, no siendo así, el pecado hay que atribuírselo a los mandamases del país atacado, como verdaderos responsables de las numerosas víctimas, no al promotor Zarputin y sus cofrades. ¿No tenemos como antecedente, (el más horripilante, por ahora) la orden de Harry S. Truman, presidente de EE.UU, de lanzar desde el Enola Gay una bomba atómica sobre Hiroshima y otra sobre Nagasaki, que puso de inmediato fin a la guerra con la rendición de Japóny a miles de muertos, justificando que con esa atrocidad se evitaba un mayor número de víctimas? Por estas actitudes tan humanitarias, no tengo dudas de que, si el cielo existe, el yanqui estará ya en él; y el pütler, cuando le llegue el turno. Porque la repudia terrestre, esa ya la llevan ambos encima.

Tanto en el caso ruso como en el estadounidense, la argumentación precedente se puede sustantivar como sofisma, en el sentido peyorativo que ya empezó a trasmitirse desde Sócrataes y Platón. El sofisma es una falacia, un embaucamiento, porque, en apariencia, resulta algo que se presenta cómo mal que por bien no venga, aunque en realidad sea falso. Zarputin es una mentira sin pausa que engaña a las personas y hasta obtiene un rédito de su capacidad para confundir al otro a través de sus argumentos, sin importarle la moral o la verdad de la cuestión.

Como, en el discurrir de la historia, cierto hecho bélico se transformó en burlesca canción infantil, si me eximen los pobres ucranianos de su tragedia, la plasmo en remedo jocoso, como catarsis o liberación de la pena, la rabia, el dolor y el asco que siento.

La canción ‘Mambrú se fue a la guerra’ fue compuesta tras la batalla de Malplaquet (1709) que enfrentó a los ejércitos de Gran Bretaña y Francia durante la Guerra de Secesión Española. A pesar de su derrota, los franceses creyeron muerto en la batalla a su enemigo Jonh Churchill, duque de Marlboroug, que es a quien se dedica la canción. Vamos ahora con el remedo.

«Zarputin fue a la guerra / ¡Ay Señor, qué dolor, qué pena! / Zarputin fue a la guerra / a Ucrania devastar / do, re mi, sol, fa, la / a Ucrania devastar». «Pensó que en cuatro días / ¡Ay Señor, / qué dolor, qué pena! / pensó que en cuatro días / la guerra iba a ganar, / do, re, mi, sol, fa la, / la guerra iba a ganar». «Sus tropas atacaron / ¡Ay Señor qué dolor, qué pena! / sus tropas atacaron / matando sin piedad / do, re, mi, sol, fa, la / matando sin piedad». «No solo a los soldados / ¡Ay Señor, qué dolor, qué pena! / también a los civiles / sin importar la edad / do, re, mi, sol, fa, la / sin importar la edad,» «Ucrania no se rinde / ¡Ay Señor, qué valor, qué fuerza! / Ucrania no se rinde / es digno de admirar / do, re, mi, sol, fa, la / es digno de admirar.
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