Zapatos nuevos para Bartolo

Un vecino de la localidad palentina de Baltanás hierra de manera tradicional y paso a paso a su caballo para protegerle y evitar que sufra daños al ser montados o trabajar

Ical
03/07/2021
 Actualizado a 03/07/2021
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Cuidar al milímetro y tener a mimo. Una pasión por los caballos y por su bienestar. El vecino de la localidad palentina de Baltanás y aficionado a los equinos, Victorino se prepara para herrar a Bartolo, un caballo de ocho años. Afirma a la Agencia Ical que es necesario hacerlo porque se desgasta el casco trabajando y se puede llegar hasta la parte sensible, sufriendo daños, de ahí que la herradura les proteja.

En la mayoría de los aficionados que tienen caballo de paseo, hay que quitar esas herraduras de protección, porque “les crece demasiado el casco y pierde todos los aplomos”. En cambio, los caballos que están en el campo y no trabajan no están forzados. “Se desplazan sin nadie encima y no tiran de ningún peso, por lo que necesitan ninguna protección”. El casco les crece y se desgasta de manera natural, al igual que ocurre con otros animales en el monte, comenta.

A la hora de llevar a cabo este método, todo depende de cada caballo y su crecimiento, pero, por norma general, “cada tres meses habría que levantar la herradura existente, cortar el casco y colocar otra nueva”. Generalmente se realiza el proceso en las cuatro patas, aunque subraya que también entra en juego la temporada del año y la climatología, en consonancia con el estado del terreno.

Paso a paso


Detalla que el proceso consiste en limpiar el casco, levantar la herradura vieja, rebajar todo lo que hay alrededor, además de limar para que quede completamente liso el casco. Tras ello, se coloca la nueva herradura y se clava. A mayores, se rematan los laterales y todo lo que sobresalga “para que no se astille”. Un proceso que no daña al equino, añade.
Victorino señala que su experiencia procede de la observación, dado que “lleva con caballos toda la vida”. “He visto herrar muchas veces y acabé harto de la poca formalidad de los herradores en los horarios y sus visitas”, porque no se presentaban a las citas acordadas, sin olvidar el ahorro económico.

De esa forma, a su experiencia se sumaron varios cursillos de herraje para aprender las técnicas modernas. Y es que, una de sus pasiones son los caballos, quien reconoce que la primera vez que le tiró un caballo fue a los cuatro años, y la cuenta ya se ha perdido, “al haber sido de todas las maneras posibles”. Aun así, agrega que su cariño y pasión a este tipo de animales no ha cambiado.

Lo califica como ocio y terapia. “Llegas del trabajo estresado y coges el caballo para dar una vuelta por el campo. No estoy seguro si es el campo o el animal, pero llegas a casa de otra manera. Unos se van a jugar al tenis y yo monto un caballo”, asevera el vecino de la localidad palentina de Baltanás.
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