Yo conduzco. Ella me guía

25/03/2021
 Actualizado a 25/03/2021
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Somos hijos de la cultura que somos. Los símbolos religiosos tomaron durante muchas décadas prácticamente todos los espacios disponibles y se asentaron en el día a día, hasta el punto de que cuando algunos quisieron hacer el valer el derechode un estado laico a que no hubiera símbolos religiosos en las escuelas se armó «la de Dios»; y nunca mejor dicho.

Los que ya tenéis una edad recordaréis la «guerra de los crucifijos» en Gradefes y una famosa entrevista de quien había solicitado que los retiraran con un titular para la historia: «No soy un quemasantos».

Así andaban las cosas...¿andan?

Los habitantes del Noroeste, ese espacio literario sin fronteras fijas que crearon Pereira y otros, recordamos perfectamente una repetida frase que leíamos en las viseras de los camiones que encaminaban sus pasos hacia el puerto de Pajares, o seguían su camino después de haberlo subido: «Yo conduzco. Ella me guía».

Este lema era hijo de la pasión que sienten los asturianos por su patrona, la Santina, su Virgen de Covadonga, que es a quien se refería la frase, es Ella. Otra cosa es la cantidad de oportunistas que se la han apropiado y puedes encontrar la frase rodeando a la imagen de quien menos hayas imaginado, de aquellos que le quedan como «a un Santo unas pistolas», por no salir de la terminología religiosa.

Somos hijos de aquella cultura y son muchos los que colocan una imagen en los lugares que trabajan, que llevan escapularios o medallas en su pecho...

- ¿Eres creyente?

- Bueno, era de mi madre; o respuestas similares se repiten. Ojo, no falta quien cree. Faltaría más.
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