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«Ya no se ven pardales»

27/12/2021
 Actualizado a 27/12/2021
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El sábado, día neblinoso, frío y espectral como impone la estación, mi padre se acordó del verano, de su verano, porque cada uno tenemos el nuestro, de playa, de piscina, de bosques, de andamios, de bandejas, de pueblo, de lo que sea. El de mi padre es de sol y cereal, ya pasado el neolítico, con la segadora arrastrada por las vacas que tumba la mies, los labradores que atan las gavillas y las colocan en hileras entre las que pasa el carro que las lleva a la era, donde la trilladora las pica y escupe paja y grano que se amontona en el parvón, que insolentes tapan por completo los pardales, los pájaros que hicieron que mi padre se trasladase de la niebla fría y espectral de la carretera de Boñar a la canícula áspera y polvorienta de la era del alto.

«Ya no se ven pardales», me dijo. No pían bajo las tejas de la caseta de la fuente, ni asoman la cabeza entre el pulgar y el índice de una mano delicada que los ha recogido de un vuelo frustrado. Seo Birdlife achaca el declive de la especie a la intensificación agraria. Y mi padre también. Junto a la caseta de la fuente pasaba el reguero entre paleras, sauces y zarzas y justo enfrente había un gran cerezo. Había sebes, y para cosechar hacían falta muchos brazos, horquines, bieldas, horconas, rastrillos, bestias, rastrones para que no quedara ni una sola espiga en la tierra después de acarrear las gavillas y varios meses de faena. Ahora la fuente vierte a una tubería soterrada varios metros y una cosechadora siega, carga, trilla y aventa en dos horas. También en 15 minutos escasos llegamos de la puerta de casa en León a la puerta de casa en el pueblo, lo que antes podía llevar horas por el mismo camino, que cruza la era yerma, la presa seca y las 15 toneladas de zahorra y asfalto.

Al bajarnos del coche, las espartanas luces de Navidad del teleclub atestiguan que es 25 de diciembre de cualquier año del 2000 para acá, pero dos pardales pendencieros parecen discutir la fecha mientras pelean en el bocarón del pajar vacío.
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