¿Y si me tiro al monte?

11/09/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Busqué en el padre Google ‘pisos de relax en León’ para un reportaje sobre el cinismo de la imposibilidad de controlar la prostitución y cada vez que abro el correo o internet me asaltan anuncios de «sexo gratis cerca de tu casa», «chicas fiesteras te esperan», «¿buscas pareja?»... y son más difíciles de quitar que darle a mi hija adolescente una respuesta coherente a «¿quién es esta mujer medio desnuda que te saluda tan sonriente?».

Compre a padre Amazon unas zapatillas de montaña y no puedo dar un paso sin que me ofrezcan un traje de neopreno para hacer espeleología, una camiseta térmica para salir a correr (se llama de otra manera pero nos entendemos) en los fríos inviernos, unos calcetines a los que sólo les falta hablar...

Fui a unos grandes almacenes tentado por el anuncio de la vuelta al cole más barata y llevadera y salí sin libros pero con una motosierra que estaba de oferta, baratísima. Ahora tengo que hacerme con leña para usarla porque el estrés de no estrenarla me va a acabar llevando a cortar el tejo centenario que es orgullo de la tierra.

Fui a la Camperona para ver ciclistas y cuando llegaron ya había rellenado un cupón de la oferta de una lavadora, movía al viento 7 banderas de España, una señorita muy simpática me ofreció el mejor crédito jamás pensado...

Y en todos puse el aspa en el recuadro de la protección de datos.

Menos mal, ya respiro tranquilo. Uy, suena el reclamo. «¿Estás solo?».

¿Y si me tiro al monte?
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