Y nadie le mira al biés

13/10/2020
 Actualizado a 13/10/2020
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Pasamos años, vidas, diciendo que jamás entenderíamos si llegara lo que era imposible que ocurriera, cosas que en el mejor de los casos ocurrían en películas que llamaban de ciencia ficción. O se le ocurrían a la mente calenturienta de Julio Verne. O un festivalero metido en copas las sugería a las cinco de la mañana.

Pero jamás pensamos que el perro iba a caminar muy tranquilo mientras tú llevas el bozal.

Y lo raro es que nadie te mira al biés.

Jamás creíste que para decir hola a un vecino que a curas penas tragas te ibas a tocar el corazón con la misma solemnidad que le hacía Romeo a Julieta.

Y lo raro es que nadie te mira al biés.

Nunca pensaste que le podrías poner como disculpa a la abuela para no ir a verla que es por su bien.

Y lo raro es que nadie te mira al biés.

Si te cuentan que el herrero, el cantinero o el panadero cuando te dan las herraduras, el vino o la barra te regalan además unas charlas sobre resilencia, inmunidad, vacunas o retrovirales y no pasa nada, los escuchas y no pides que les hagan un control de alcoholemia no lo acabas de asimilar.

Y lo raro es que a nadie le mira al biés.

Tal vez por ello no te extraña que el linier corra solo, que nadie le increpe, que hayan desaparecido los niños recogepelotas y los balones vivan en soledad esperando que alguien los coja, sin niños que los golpeen soñando que están en el campo.

¿Cómo va a salir así otro Santana u otro Seve Ballesteros o Raúl y Ronaldiño?

Pero en eso ya ni piensas. Ni te parece extraño. Acabarán mirando al biés a Mauri por fijarse en estas cosas.
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