Y lo de eliminar las mascarillas en el patio del colegio, ¿para cuándo?

Miren los colegios, ¿se han olvidado de los niños a la hora de levantar restricciones?

Sofía Morán
07/11/2021
 Actualizado a 07/11/2021
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Recuerdo cómo estábamos hace poco más de un año, cuando nos enfrentábamos a la vuelta al colegio tras seis meses de parón y en medio de una pandemia mundial. Casi nada. Recuerdo el pánico, el torrente de noticias que anunciaban algo así como que el fin del mundo estaba cerca. Nos convencieron de que los niños eran supercontagiadores, pequeñas bombas de relojería. No había escapatoria posible. Los colegios explosionarían a contagios, íbamos a morir todos. Quisieron cerrar los colegios mucho antes incluso de abrirlos. Hubo retrasos en la vuelta al colegio presencial de algunas comunidades, huelgas de profesores y cambios de última hora. Con este panorama delante, el debate social se centró en si llevaríamos o no al colegio a nuestros hijos, y en nuestro derecho a decidirlo. Equivocamos entonces el tiro, porque la garantía de una vuelta segura y su correspondiente inversión económica es lo que siempre debió centrar el debate, innegociable, e imprescindible. La educación como prioridad, siempre.

Pero el fin del mundo no llegó, gracias sobre todo al tremendo esfuerzo de los niños, de los profesores y equipos directivos que se dejaron la piel para que todo saliera bien.
Durante el curso pasado, la incidencia a 14 días se mantuvo por encima de los 200 casos por cada 100.000 habitantes, algunos meses incluso, durante la segunda y tercera ola superó los 500 casos. Ahora mismo esa incidencia está en 52. Ya estamos en otro momento, con el 80% de la población vacunada, una de las tasas más altas del mundo. Llevamos meses desescalando a buen ritmo, en concreto, en nuestra comunidad, no tenemos ya ningún tipo de restricción más allá del uso de la mascarilla en interiores. ¿Cómo es posible entonces que en los colegios sigan teniendo las mismas restricciones que el curso pasado?

Los bares y restaurantes vuelven a estar llenos hasta la bandera, se programan conciertos multitudinarios, estadios de futbol a reventar, el ocio nocturno… la vida tal y como la recordábamos. Mientras tanto, los patios de los colegios siguen divididos por clases, los niños pasan maratonianas jornadas de 8 horas con la mascarilla puesta, también en el recreo, mientras juegan al aire libre o cuando hacen deporte. Un auténtico sinsentido. Una vergüenza. Algo que choca frontalmente con lo que ocurre en la mayoría de espacios públicos.

El vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, decía hace unos días que era «más prudente» mantener el uso de las mascarillas en los colegios, concretamente en los patios de recreo, las zonas habilitadas al aire libre en todos los centros educativos. Y sí, lo de la prudencia está muy bien cuando toca, pero ¿qué pasa con el sentido común?
¿Se han olvidado de los niños a la hora de levantar restricciones?

El pasado martes la provincia leonesa registró dos nuevos positivos. El miércoles fueron siete.

La nueva normalidad, que en su día Sánchez fijó en 50 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días, en nuestra provincia está ahora mismo en 32,64 y un riesgo bajo, bajísimo diría yo.

¿No sería lógico que los protocolos se adaptaran a la situación epidemiológica de cada momento y de cada lugar?

Los estudios confirman ya la bajísima transmisibilidad y el ínfimo desarrollo de la enfermedad en los más pequeños.

El uso de las mascarillas en el colegio repercute en su aprendizaje y en su desarrollo psicosocial. Se pierden información básica del lenguaje verbal y no verbal. Esto no va sólo de incomodidad.

Nos gusta mucho eso de «lo están haciendo de maravilla», «son unos campeones, se adaptan a todo». Decía la ex ministra Celaá allá por el mes de mayo que lo de retirar la mascarilla en los colegios no era una prioridad: «Los niños se sienten como héroes llevándola». Pero es que los niños no son héroes, ni tampoco son gilipollas, sólo son niños.

Dejen ya de tratarles como si fueran ciudadanos de segunda.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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