Y en el principio era el Agua

06/03/2019
 Actualizado a 14/09/2019
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La vida siempre fue un afluente de los arroyos. La vida siempre desembocó en los ríos. La vida siempre tuvo la fórmula del agua.

Por eso, el fuego es la muerte y sólo se combate con agua.

Por eso las palomas, los pájaros, que siempre se han buscado la vida por su cuenta y riesgo detienen sus vuelos allí donde cae el agua, hacen de las pilas y pilones sus pistas de aterrizaje. Porque allí está la vida, allí no son perseguidos como cuando la gente les regala migas de pan en el suelo.

Por eso un día a la solidaridad le llamaron agua y convertimos nuestra montaña en enormes trenes de solidaridad y agua, vagones y vagones que marcharon monte abajo, llevaron vida y saciaron la sed de gentes y campos, alimentaron centrales eléctricas... y nunca más supimos de aquellos trenes que se fueron y creíamos que iban a volver, como aquellas viejas carretas que bajaban cargadas de madera y regresaban con aceite. Pero no, no regresaron.

Por eso el alma de ingeniero de Juan Benet pudo más que el alma del escritor, por más que nos quisiera pagar creando su Región.

Por eso el padre Martino después de décadas de estudio supo que el primer versículo del Evangelio de Juan (1.1.) no era «Y en el principio era el Verbo...» sino «Y en el principio era el Agua».
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