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Y dijo Stalin: «¡¡¡Fuego!!!»

16/09/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Andábamos estos días de atrás metidos en la maturranga de las frases contundentes que se pronuncian cuando llega el invierno en las tascas de los pueblos, que en verano son conocidos como bares e, incluso, cafeterías, según tenga las mesas de formica o no. ¡Qué tiempos aquellos en los que en los pueblos había hasta ambigú!

Y después hacen mapas y se quejande que no hay tiendas en los pueblos, que los bares lo son.Nos los cierran primero y después lloran, que ya le decía Isidoro el del bar Casa Sidoro al de la gestoría cuando le veía entrar por la puerta, «si no tienes tres carreras, como el sobrino de Juanita, ni te apees del coche que de lo nuestro no vas a dar pie con bola». Porque resulta que es más difícil llevar la contabilidad de una taberna que evitar la cárcel si se te pierde el crotal de una vaca. Que ya le decía Javi a Farraperinas: «Tú busca el crotal, que lo de una vaca muerta se arregla criando una ternera, pero perder el crotal, hay amigo, eso ya te tienes que meter en manos de abogados».

Vuelvo al suco, que me ernorto, que la cosa no iba de papeles, ni mucho menos, el asunto central del día era las frases contundentes que se dicen en invierno. Que viene a cuento de que estaba el otro día mirando un reportaje sobre reciclaje a gran escala en el Qué me dices, que nadie sabía qué hacer con la grasa que le quitaron en una operación a una tal señora Borrego, cuando entró en el bar un japonés que es del pueblo –eso ya os lo explico otro día–y, sin más ni más, anunció en voz alta: «Y dijo Stalin ¡¡¡fuego!!! y no quedó ni una mosca». Para a continuación pedir un vino como si tal cosa y se puso a tomarlo como si hubiera dicho ponme una cerveza con su tapa. Y lo curioso es que nadie le preguntó nada.

Ahora entiendo cuando el difunto Sidoro decía «esto no hay cabrón que lo entienda». Y seguía maxilando.
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