Secundino Llorente

¿Y después de este batacazo en el Informe Pisa?

14/12/2019
 Actualizado a 14/12/2019
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Las políticas educativas del mundo tienen muy claro que la mejor inversión debería centrarse en la educación de nuestros jóvenes para asegurar los empleos del futuro y garantizar una vida mejor. Pero en este tema no vamos bien.

En los resultados que salieron el día 3 de este mes España ha obtenido una lamentable puntuación en el Informe Pisa, que es la evaluación educativa más prestigiosa del mundo. Este diagnóstico se hace cada tres años para medir las competencias de los alumnos de 15 años en ciencias, matemáticas y comprensión lectora y en las pruebas Pisa 2018 España ha cosechado los peores resultados desde que arrancó la prueba en el año 2000.

Han empezado por sacarnos tarjeta roja por «un comportamiento de respuesta inverosímil por parte de los estudiantes, con respuestas excesivamente rápidas siguiendo ciertos patrones». Somos los únicos expulsados en el mundo. Nos han equiparado a Kazajistán que también fue excluido en 2015. ¡Qué humillación pertenecer a esa liga! Se mantiene un secreto intrigante sobre la verdadera causa de este castigo, pero se sospecha que puede ser por dejación, fraude o boicot de algunos integrantes de la prueba. Esperamos la solución a ese misterio, pero mientras tanto nos hemos quedado fuera de la prueba por la canallada de unos pocos y con el desprestigio de España en todo el mundo.

En las otras dos competencias, ciencias y matemáticas, sólo nos han sacado tarjeta amarilla por estar «bajo sospecha de contaminación», pero aquí seguimos jugando. Los resultados han sido pésimos. España ha suspendido y sus alumnos están por debajo de la media de la OCDE. Tanto es así que algunas comunidades como Cataluña y Madrid pedían la expulsión total para que no se hicieran públicos sus resultados tan vergonzosos.

No es justo generalizar esta debacle porque algunas comunidades autónomas han sabido mantener el tipo. En Castilla y León, que fue la primera en 2015, aunque también ha bajado ahora, aún ocupa el segundo puesto del pódium español en Matemáticas con 502 puntos y en Ciencias con 501, lo que le coloca a la altura de países punteros de la OCDE como Finlandia o Alemania. Y si tenemos en cuenta que en Pisa 30 puntos equivalen a un curso académico, tenemos que seguir dando la razón a la exministra Tejerina en que nuestros alumnos superan en más de un curso a los andaluces.

Estos son los datos. Esta es la triste realidad de la situación educativa de España. Y no valen excusas torpes como la Limce, los recortes o que eran otros gobiernos. No sé cómo los políticos pueden poner este tipo de disculpas sin sonrojarse cuando no han sido capaces de dedicar un solo minuto a pensar en la educación de nuestros niños y a intentar, de verdad, un pacto educativo en serio. Algunos países con malos resultados en Pisa también tratan de justificarlo porque las pruebas son injustas ya que los estudiantes deben resolver problemas que no han practicado previamente en la escuela. Les responde el director de Pisa, Andreas Schleicher: «La vida es injusta, las pruebas a las que te somete la vida no se pueden resolver con los contenidos que aprendiste en el colegio, son problemas que ni siquiera se pueden anticipar hoy».

Quiero destacar que Pisa nos proporciona los únicos datos objetivos e independientes por los que los ciudadanos pueden evaluar a sus gobiernos en cuanto a la calidad de educación, cosa que no ocurre en sanidad o policía. Gracias, Pisa, por informarnos de todos los entresijos que influyen en el proceso educativo español: Nuestros alumnos suelen hacer novillos o llegar tarde a clase, los profesores tienen que esperar mucho tiempo a que se callen para continuar la lección. También sufren menos bullying y son más optimistas, tienen menor sentimiento de soledad y mayor pertenencia a la escuela. Pero yo me quedo con un dato que para mí es importante: «Nuestros alumnos están satisfechos con sus vidas». Tienen malas calificaciones, pero son felices en la escuela, frente al ejemplo de China, Japón y Corea donde sus alumnos logran puntuaciones elevadas a coste de tener menos estudiantes satisfechos con su vida. ¡Es tan difícil conciliar éxito y felicidad!

Y después de este batacazo en el Informe Pisa, ¿Qué podemos hacer?En primer lugar, no caer en el derrotismo. Estos datos nos deben estimular en positivo para progresar teniendo en cuenta de donde partimos. Estamos tan mal que sólo podemos mejorar. España no debe entrar en pánico y tiene que mirar al futuro con optimismo. Podríamos seguir el ejemplo de Alemania que en la primera edición del examen Pisa, publicada en 2001, obtuvo unos resultados escandalosamente malos, por debajo de la OCDE. El famoso ‘shock de Pisa alemán’, que estimuló a los germanos a tomar medidas, debatir el problema y duplicar el presupuesto educativo. La recuperación, consecuentemente, fue inmediata.

En segundo lugar, deberíamos seguir los consejos del director de Pisa que nos recomienda «para mejorar en el test, que mide la capacidad de resolver problemas de la vida real, se trabaje menos la memoria y más otras facetas como la capacidad crítica, el trabajo en equipo o la creatividad. Ese cambio pedagógico se empieza a ver en Primaria, pero no en Secundaria, que sigue anclada en la enseñanza tradicional». Tenemos que actualizar nuestras metodologías educativas.

Por último, deberíamos incentivar a tantos excelentes profesionales españoles de la educación a seguir dando sus vidas por los alumnos para que sean felices y, además, aprendan. Seguro que así sí mejoraremos en el Informe Pisa 2021.
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