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Y de esto ¿aprenderemos algo?

27/03/2020
 Actualizado a 27/03/2020
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El jueves 19, San José, por cierto mi santo (¡vaya celebración!), Angel Suarez, escribidor en estas mismas páginas de Opinión, recomendaba, dentro las sugerencias para llevar a cabo sin salir de casa, la lectura de la novela de H.G. Wells ‘La Guerra de los Mundos’.

Me reconozco lector, desde muy antiguo, de ciencia ficción, así que fue una de las primeras que leí, y de toda aquella trama de aventuras, de guerra total, recuerdo que me sorprendió la resolución de la trama, o sea, de toda la batalla: ganamos la guerra, mejor dicho, los alienígenas perdieron la guerra no por nosotros mismos, sino por todos los gérmenes, microbios o lo que se quiera que estaban con nosotros, a nuestro alrededor para los que los ellos no tenían defensa.

Millones, trillones, sixtillones de microorganismos que pululan por nuestro alrededor y en nosotros mismos, con los que hemos convivido, pero para, a lo que parece, tampoco estábamos preparados. Algo así como si los alienígenas fuéramos nosotros.

Para empezar, sólo en la vida diaria, la nuestra de casa, calle, bar o fiesta hemos sido bastante poco cuidadosos en eso de la higiene con los demás.

Por ejemplo: Hace no mucho se publicó un documento con los resultados de los análisis de pasamanos y barandillas de metros, autobuses y demás lugares de uso público. Quizás el dato que más llamaba la atención, al menos a mí me la llamó, era que lo que más aparecía eran restos de orín.

No pasaba nada por lavarse las manos, que es lo que ahora hacemos, a la fuerza ahorcan, a la más mínima, pero es que parecía que insultabas a alguien si lo hacías.

Item más. La costumbre, en este país de bien comer, de poner platos al centro de la mesa sin cubiertos para servir y, claro, todo quisque a meter la cuchara o tenedor allí dentro y de ahí, a la boca. A la boca, donde conviven todo tipo de bichitos, soportados por cada uno, pero quizás no tanto por los demás.

O las tapas de los bares, aquí tan abundantes, todo para todos en un mismo plato.

Quien no ha visto alguna vez, más de una vez, que te lleven el vaso de cerveza o refresco bien cogidito por su boca y no por su centro o mejor base.

Y nuestra inveterada costumbre de manosear la fruta, pan o cualquier cosa para probar su estado, antes de meterlo en la bolsa.

Toser y estornudar a pulmón libre.

Y muchas más situaciones, pequeñas pero muy abundantes que nos acompañan en el vivir diario. ¿Quién no ha pasado por ellas alguna o muchas veces?

No se trata de ir con guantes para todo, pero sí de aplicar unas mínimas medidas, fáciles pero efectivas, tanto en la relación con los demás como de nosotros mismos.

Todo esto y más, a nivel doméstico. ¿A nivel país? Bueno, está claro que aquello de ‘la ciudad alegre y confiada’ no era solamente una obra de teatro.

Hace unos días ha corrido por Whatsapp una charla de hace años de Bill Gates pronunciada en Vancouver en el 2005. Ni que hubiera viajado al futuro. Decía que el próximo problema mundial no sería una guerra atómica, la amenaza histórica desde el final de la II Guerra Mundial, sino precisamente lo que ahora tenemos encima, como este coronavirus que Dios maldiga. Y decía que había que tomar medidas, no con refugios antiatómicos por una posible guerra nuclear como siempre se había proyectado, sino preparándonos para hacer frente a una pandemia tal cual ésta, ante la que no estábamos preparados. Maldita gente lista, a la que poco caso hacemos.

Si se hubiera hecho caso a Bill Gates, eso ya tenía que haberse preparado. Pero, evidentemente no se hizo, así que nos han pillado con el carrito del helado, porque, claro ¿Quién se lo iba a imaginar? Pues mira, alguno se lo imaginó.

Y por último. Cualquier empresa, y cuanto más grande con más motivo, pone al frente el mejor equipo, al más idóneo, no a un primo, ni a un enchufado, un novio, un compromiso o una cuota. La mayor empresa del país, de cualquier país, la que maneja más poder y más dinero, y por tanto más responsabilidad, es el Gobierno. ¿Puede decir éste y todos los gobiernos que en democracia hemos tenido, que aquél y no otro ha sido el principio por el que se han guiado para hacer sus equipos?

Por todo eso, por las situaciones de diario, y por las que son sin duda de mayor responsabilidad ¿Sacaremos alguna conclusión, pondremos manos a la obray cambiaremos?
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