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XII Versos en el Hayedo de Busmayor

07/08/2020
 Actualizado a 07/08/2020
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Tengo un amigo poeta que cuando el calor tórrido nocturno le obstaculiza el sueño como sucede últimamente en León por no decir toda España sale a las calles a contar árboles y lo borda. Es más hasta llega a escribir una larga carta encantadora a un amigo también poeta cuya existencia pongo en duda tal vez porque gobernó en la ciudad del tamaño de T ocho años demostrando ser un buen gobernante con el apoyo de la arboleda. Mi amigo, el poeta amigo de Alberth Kohlbert, el poeta gobernador, como yo no soporta el calor de las sedas nocturnas cuando superan los 38º. No obstante, a diferencia suya, yo no salgo a las calles a contar árboles sino que pongo a bailar mi cabeza como una peonza irrefrenable pensando en los Versos en el Hayedo de Busmayor, mi pueblo, sólo que este año en vez del baile una tortura se ha instalado en mis neuronas hasta hace poco provocada por tan serio asunto como es el del trastocante, destructor coronavirus, amenazante de la bienhechora alegría que desde el ocho de agosto de 2009 se esparce por Busmayor, mi pueblo. He dicho ocho de agosto de 2009 y he dicho bien, pues entonces un grupo nutrido de poetas españoles, entre quienes se hallaban Miguel Ángel Curiel, Rafael Saravia y yo misma, presentes en la edición XII o actual, además de Raquel Lanseros, Fermín López, Ester Folgueral, Manuel Cuenya y Tomás Néstor nos regaló por vez primera su voz, su palabra fermentada en las tinajas de la belleza desde el portentoso, mágico hayedo, yendo cada vez a más y más hasta el punto de que en la actual convocatoria intervienen un poeta, Francisco Martínez, cuyo abuelo, Manuel Fernández Castro, nació en Busmayor adonde nunca regresó cuando emigró a Argentina en tanto él arribó aquí, en donde yo lo conocí, en busca de sus raíces, la también poeta argentina Norma Domancich y la conocida en esta tierra residente en EEUU hace muchos años, Margarita Merino. Pero, según indico, desde 2009 el lenguaje poético ha empujado nuestras vidas. Nos conforma. Por eso tenemos miedo a perderlo, a vivir sin él. Son doce años en los cuales la poesía ha traído felicidad a este pueblo apartadizo, en El Bierzo rayano con la Galicia lucense, que no me dejarán por mentirosa los del Cebrero y Piedrafita, convivientes desde antiguo con nosotros.

Y ante el temor de no poder convocar este año los Versos por el covid-19 le di muchas y muchas vueltas al caletre. Desde un principio descarté el realizarlos en el Hayedo. Luego consulté con algunos amigos muy fiables como el Premio Cervantes, Antonio Gamoneda, quien nos honra con su presencia en el cartel actual, lo mismo que el Premio Nacional Juan Carlos Mestre, ambos me respondieron parecido: no se podían perder los versos de Busmayor. Eso sí, había que ir al formato ‘online’. Más tarde encontré el técnico, director de la biblioteca de la Universidad de León, nacido en Lillo del Bierzo, con estupenda disposición, Santiago Asenjo. Y con el visto bueno, como siempre del alcalde, Alfredo de Arriba López más la anuencia de otros poetas también con nombradía convocamos, concluidos los trámites indispensables, como es habitual, una rueda de prensa en el IEB, Ponferrada, siempre tan atenta cual eficaz, la prensa, con nosotros, el día seis de agosto. Allí dimos a conocer que el día ocho, a las cinco de las tarde (tomad nota) saldrían al mundo los XII Versos en el Hayedo de Busmayor vía ‘online’.

Como cierre amable y esperanzador de las líneas anteriores señalo que si bien la cita con estos XII Versos va ‘camuflada’ en esta inclemente pandemia no temáis, la XIII convocatoria, en el año 2021, tendrá lugar en el propio Hayedo. Entonces entre los acontecimientos comunitarios de la vida en Busmayor podremos observar el saludo amable de los pájaros roqueros rojos con los pinzones; el largo e intenso abrazo de la Piedra de los Poetas a las fuentes de la Emprovida, los Arroxiños, Manalcobo y la Fonte Nova; la estilizada sombra gótica de las hayas; la admiración frondosa del musgo al palafrenero de las estrellas; el canto blanco del agua rumorosa en las cascadas; los acordes de las gaitas bercianas y la palabra única de los poetas. Todo tenderá a la felicidad. Estoy segura. No sospecho. No barrunto. Hasta entonces, gratitud, saludos y besos.
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