15/10/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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Ahora resultaría sencillo afirmar lo contrario, hubo un tiempo en el que Willy Toledo me hacía gracia. Me parecía uno de esos tipos que tienen facilidad para hacer reír con naturalidad, sin forzar la escena. Me sacó más de una carcajada con ‘El otro lado de la cama’, ‘Días de fútbol’ o ‘Crimen ferpecto’. También en alguna serie como ‘7 vidas’.

Actualmente no me hace ni puta gracia. Su extrema y nada objetiva argumentación hace tiempo que dejó de ser ridícula para convertirse en ofensiva. Defiende a ultranza regímenes políticos como los de Venezuela o Cuba, y despotrica sin resuello contra países como Estados Unidos. Alabando sin la menor crítica lo que ocurre en los primeros y denunciando sistemáticamente a los segundos. Entiendo que no todo lo que ocurre en un país es perfecto ni al contrario. Cuando uno se ve controlado por la subjetividad pierde el criterio.

Ahora se caga en la bandera, en La Virgen del Pilar, en la Monarquía y los Monarcas, en el ‘descubrimiento’ y en los ‘conquistadores’. También en la ‘conquista’ genocida de América.

A mí no me gusta el uso que muchas personas hacen de las banderas, soy agnóstico y republicano. Y después de leer ‘Las venas abiertas de América Latina’, de Eduardo Galeano, me queda muy claro lo que hicieron los ‘conquistadores’. Los de este lado del Atlántico y los del otro. Pero no por ello me voy cagando en todo lo que no me gusta o en todo aquello que no comparto. Sencillamente porque respeto a quien cree en dios y se siente monárquico. Igual que tomo en consideración al que ondea una bandera española el día de la Hispanidad. Yo no me siento menos español por no hacerlo.

No me gustan algunos de los políticos que tenemos y no por ello les voy insultando en cuanto se me presenta la menor oportunidad. Sencillamente, admito la decisión de la mayoría, trato de implicarme en la medida de mis posibilidades, expreso mi opinión sin menospreciar a nadie y obro en consecuencia cuando toca.

Tenemos el privilegio de vivir en un país en el cual se puede opinar libremente. Incluso, en ocasiones, se puede faltar al respeto sin que haya consecuencias. No puede decir lo mismo Willy Toledo sobre alguna de las democracias que defiende.

Dicho esto, y tras haberle nombrado enemigo público número uno, tenemos asuntos más importantes de los que preocuparnos en este país como para dedicarle más tiempo a un tipo que tiene nula influencia en nuestras vidas, el cual perdió el juicio hace años.
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