23/05/2023
 Actualizado a 23/05/2023
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Emigremos una semana. Y si no es posible la huida, hay unos tapones de masa blanda con los que es mejor que trabemos amistad cuanto antes, porque se pone la calle de notas desafinadas hasta los bordes a partir de ya. Que si en esta esquina hay un kiosko en el que venden promesas electorales, que si en la otra un coche tatuado con la cara de un candidato sonriente que te mira a los ojos como la Monalisa, te pongas donde te pongas. Que si este vende un himno, que si el otro te da una flor. Y el envoltorio es un Bierzovisión sin ganadores, ni en sus pretensiones ni en los sones con los que pretenden entrar por los oídos hasta llevar su mensaje a la parte de cerebro que marca las convicciones. El tinín tinín del PP se une al tiniiiiin tininininiiininiiii del PSOE, que se suma a los ‘hijos de la región’ de los bercianistas con himno propio. Y no para la cosa ahí. Los hay que escogen estribillos pegadizos escudándose en que los protagonistas de los mismos no se van a fijar en las calles de un pueblín para pedir cuentas de la elección o los que, en lugar de canciones, despegan con lemas que los han llevado hasta el guiño de canales televisivos a nivel nacional como el ‘Olegario, qué hago’ de la UPL. Y los veteranos ya no necesitan ni tararear. Dices Tarsi y nos entendemos. Es divertido ver cómo se pone ritmo a una campaña que acelera y busca conquistas de última hora desde todos los sentidos. Escudriña la palabra exacta, que se mueve entre Lo tuyo, lo nuestro, lo de todos… Y, saliendo de la clave de la posesión: lo nuevo, lo necesario, lo que piensas… Estamos en tiempo de descuento y pedir vacaciones no es una opción. Hay que seguir el baile de la democracia, y votar también en clave de colores. Verde, rojo, azul, morado…Y si vista y oído no funcionan, seguro que el bollo preñao acaba decidiendo papeleta, que el dictado del estómago siempre es certero.
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